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Indignación en Francia por las "chapuzas" en la tragedia de Bastia

Corsos, marselleses, y con ellos la gran mayoría de los franceses, pasaron ayer del estupor y el horror por la catástrofe del estadio Furiani, de Bastia, a la indignación y la exigencia de responsabilidades. La empresa constructora, los directivos del Sporting de Bastia, los responsables del fútbol francés y los servicios de seguridad de Córcega eran señalados individual y colectivamente como los culpables de la chapucera y criminal ampliación de la capacidad del pequeño y vetusto estadio Furiani.

La catástrofe ha sacado a relucir la condición de "tercer mundo" en el seno de la república francesa de la isla de Córcega. Unos directivos, los del Sporting de Bastia, ávidos por ganar dinero con un partido apasionante; unos servicios públicos de seguridad que hicieron la vista gorda ante la chapuza; un público eufórico dando patadas desde horas antes del comienzo del encuentro; unas ambulancias aprisionadas en un atasco de tráfico; unos hospitales incapaces de atender todas las víctimas; una prefectura que se equivoca en los balances de víctimas; en fin, un desastre.Numerosos corsos seguían desfilando ayer delante del escenario de la tragedia. Interrogados por las cadenas de televisión y emisoras de radio, muchos de ellos sólo encontraban una palabra para expresar sus sentimientos: "Asesinos". Según muchos otros testimonios, la mayoría de los espectadores instalados en la tribuna de la muerte fueron conscientes desde el primer momento de la precariedad de la instalación. Un fotógrafo de Prensa marsellés, instalado como muchos otros informadores en ese graderío provisional, contaba: 'Los colegas me decían en los minutos anteriores al derrumbamiento: 'Haznos una foto, que este será nuestro último partido'. El tinglado se movía como un flan. Ahora, esos colegas están en el hospital".

La ineficacia de los servicios de seguridad de Córcega, probada al haber dado luz verde a la instalación de la tribunal provisional que, al derrumbarse, provocó la carnicería, fue reiterada en la jornada del miércoles con los sucesivos balances de víctimas. A primeras horas de la tarde, la prefectura corsa anunciaba un balance provisional de 20 muertos y 700 heridos. Cuatro horas después, esa cifra habían bajado a 10 muertos y 450 heridos.

La explicación a esa diferencia estriba en que hubo una contabilidad doble. La policía hizo su lista de víctimas, los bomberos otro tanto y, al final, los funcionarios de la prefectura juntaron ambas. En todo caso, la convicción reinante ayer en los hospitales de Bastia y Marsella donde eran atendidos los heridos, era que el número de fallecidos seguirá aumentado, dado el estado gravísimo de muchos pacientes. Ayer, la muerte dé dos de las personas ingresadas en un centro de Bastia aumentó la cifra de víctimas a 12.

La instalación precaria, en menos de una semana y sin anclar al suelo, de una enorme tribuna provisional destinada a doblar la capacidad del estadio Furiani, fue, según 'Liberation", un "error criminal". Pero todavía más grave fue "la cascada de irresponsabilidades" que siguió a esa instalación. Un juez de instrucción y una comisión del ministerio del Interior investigaban ayer no ya las causas de la tragedia, demasiado evidentes, sino las responsabilidades.

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