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Tribuna
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Ofensas

A veces se ofende a las personas por simple inadvertencia, y esto deberían entenderlo aquellos que se ponen furiosos cuando oyen frases dichas sin ninguna mala intención.Sin darse uno cuenta puede herir susceptibilidades, en efecto. Por ejemplo, decir: "Pareces subnormal" ofende a los espíritus sensibles, que lo consideran un ataque a quienes padecen esa disfunción. Si se comenta: "Esta oficina es un manicomio" surgirá un airado ciudadano protestando: "Oiga, joven, no le tolero que se meta con los locos". Tomar de referencia determinadas alteraciones psíquicas -"es de vesánicos", "es de lunáticos", "es de erotómanos"- aún comporta mayor riesgo, pues siempre hay uno que se da por aludido y se pone a gritar: "Yo soy erotómano, ¿pasa algo?".

En cuanto a las anomalías físicas, es peor. Las típicas frases "no me jorobes", "sé de qué pie cojea", "disfruta como un enano", "tiene vista de topo", ofenden a jorobados, cojos, bajitos y miopes, incluido un servidor, que da la talla por poco, le crujen las cervicales, de pies no anda muy ligero y ve menos que Pepito Leches.

Y si del color de la piel se trata, el asunto acaba en los tribunales. Recientemente alguien reprochó este titular: Dos negros permanecieron encarcelados... O sea, que a los negros, ni mencionarlos. A ellos nunca se les ocurriría decir: "Dos blancos permanecieron encarcelados..."; y encarcelarlos, aún menos. Por si acaso.

Al acabar la guerra, a quien tenía dificultades locomotoras le llamaban caballero mutilado, si era de derechas, y si de izquierdas, jodío cojo. Pero éste era caso distinto. Las ofensas antes mencionadas no tienen tan mala idea. Mejor dicho, no tienen mala idea alguna, y quien crea lo contrario es un cretino. Dicho sea sin ánimo de ofender al colectivo de cretinos, naturalmente.

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