_
_
_
_

El precio de cenar con Bush

El Partido Republicano recauda 900 millones de pesetas en una noche con el presidente

Antonio Caño

Las personas que hace unos días acudieron a la anual cena del presidente se comieron esa noche el filete más caro de su vida, pero para el Partido Republicano fue la mayor recaudación de fondos que se haya conocido jamás en la historia electoral de este país. Más de 900 millones de pesetas dejaron en las arcas de la campaña presidencial los 4.000 afortunados -por su fortuna, no por su suerte- que tuvieron el privilegio de compartir mantel con George Bush.A cambio de su generosidad, los invitados a la cena recibieron una sopa, un tenderloin con verduras, champaña, vino blanco y tinto especialmente embotellado para la ocasión con la etiqueta George Bush y un sombrerito de recuerdo marcado con la publicidad Bush-Quayle 92.

No todos, sin embargo, pudieron comer cerca del presidente. Ese honor le quedó reservado a Michael Kojima, un empresario californiano que pagó 40 millones de pesetas; Carl Lindner, otro hombre de negocios, que puso 25 millones de pesetas, y un empresario más, Lodwrick Cook, que aportó 10 millones de pesetas. Los que gastaron menos dinero tuvieron que conformarse con sentarse a la mesa de un senador, un miembro de la Cámara de Representantes o un alto funcionario.

Para los críticos del sistema electoral norteamericano, esta cena no es más que una forma escandalosa de violar las limitaciones que las leyes ponen a la recaudación de fondos para las campañas. Legalmente está prohibido que una empresa como tal aporte dinero. Tampoco se permiten contribuciones nominales por encima de los 2.000 dólares. Los responsables de la campaña de Bush afirman que eso no fue un acto de recaudación, sino una forma de intercambio del presidente con sus seguidores.

Para evitar sospechas, momentos antes de que los camareros empezasen a pasar las bandejas, los organizadores retiraron del gran salón del centro de convenciones de Washington, donde se celebró el acto, una gran pancarta de Bush-Quayle 92, dejando como únicos adornos las réplicas de la Casa Blanca, el Capitolio y los monumentos de Lincoln y Jefferson.

Las aportaciones de los asistentes -no menores de las 200.000 pesetas- no eran, formalmente, más que para pagar los gastos de la cena, y no eran entregadas a la campaña, sino al Partido Republicano, al que, como organización política, no se le ponen límites para la recaudación de dinero.

También el Partido Demócrata organiza actos similares, aunque nunca tan rentables. Hace algunas semanas, el candidato demócrata, Bill Clinton, interpretó, también en Washington, unas cuantas piezas de jazz con su saxófono para los que quisieron gastar unas cuantas decenas o centenares de dólares en respaldo al político de la oposición.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_