El emigrante español en América
El artículo de nuestra Constitución nacional dice así: "El Estado velará especialmente por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles en el extranjero y orientará su política hacia su retorno". Y bien, este contenido no se cumple. El emigrante que ha alcanzado la tercera edad y que se encuentra en esta desolada América está dejado, por así decirlo, de la mano de Dios y del Estado. Ya que muchos de ellos, entre los cuales me incluyo, estamos soportando el rigor más crudo de esta realidad social sin que por el momento tengamos una solución humana y solidaria. Pues, ¿cómo podemos hablar de una asistencia social con una asignación de 400, 500 o 600 dólares al año? ¿Cómo podemos retomar a España si por decreto se establece un mínimo de dos años de residencia en nuestro país para tener derecho a percibir la pensión no contributiva? ¿Con qué comemos y cuidamos nuestra salud ya resentida por los años?Atengámonos, pues, al decoro internacional haciendo una justicia social que nos equipare a países que, como Italia, Francia o Suiza, atienden con la dignidad debida a sus ciudadanos en el extranjero.-
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