'Cobi' gana al oso y su madroño
Los compradores de recuerdos desconocen los símbolos de la capital cultural
España sigue siendo una gran plaza de toros, y Madrid, un oso y un madroño. Los turistas que recorren la ciudad en 1992 meterán en la maleta una bailarina flamenca, un abanico de plástico o la Puerta de Alcalá reproducida en metal. Los vendedores de recuerdos siguen recomendando eso, y las demandas de los viajeros no van más allá. Si acaso comprarán una camiseta -la moda más reciente- con el nombre de Madrid rotulado por un Miró apócrifo. La capital de España casi no existe en el mundo de los recuerdos.
"Los gustos de los turistas no han cambiado", asegura Pilar, la veterana propietaria del Bazar Madrid, en la plaza Mayor; "su bolsillo sí; no tienen un duro". Pilar lleva toda su vida en la plaza. Como otros colegas, se queja de los altibajos que tiene el negocio -"va por días"-. Un turista se gasta alrededor de unas 1.000 pesetas en recuerdos.Los superventas de su tienda son el oro toledano -pendientes por 300 pesetas-, las bailarinas flamencas -en tamaño gigante a 9.000 pesetas- y los abanicos. Y las camisetas, que se han incorporado hace un par de años y que son el artículo favorito, dice Pilar, de los norteamericanos. Dicho sea de paso, son los turistas más numerosos en la capital. Ciento ochenta mil, ciudadanos de EE UU visitaron Madrid en 1991. Por 1.000 pesetas, el visitante se puede llevar un logotipo retocado del Metro o una inscripción mironiana de Madrid sobre algodón. También hay turistas raros: "Una vez pidieron los patrones de las chaquetillas de los bailarines flamencos".
Gustos nacionales
Entre las novedades que se exhiben en las estanterías de la tienda hay unas jarras como para tomar el té que no llegan a las 1.000 pesetas, con variados logotipos. En primera fila se ven algunas con el símbolo de Madrid Capital Cultural. "No lo conocen", sentencia Pilar, "no creo que esto llegue muy lejos". Los extranjeros prefieren las de los Juegos Olímpicos (Cobi) o la Expo (Curro). En eso coincide con Sagrario, de Objetos de Arte Toledano, justo enfrente del Museo del Prado. En su tienda se vende cerámica de Lladró y perlas cultivadas, también artículos favoritos de los norteamericanos. "Allí se hace mucha publicidad de estas cosas". Dice que son los matrimonios estadounidenses sus mejores clientes. Por unas 10.000 pesetas se llevan la porcelana de Valencia a la mitad de precio que en su país.En los comercios de la plaza Mayor y del paseo del Prado recomiendan al turista despistado, sobre todo, mantones y trabajos de oro de Toledo, camisetas o espadas toledanas. Y cerámica, estatuas del oso y el madroño o banderillas de plástico.
Pilar ha aconsejado a una Joven europea que quiere algo típico de Madrid un platillo con la diosa Cibeles en oro toledano y una escultura muy pesada de un oso y un madroño. Ella sabe, como otros vendedores, que a los italianos les chiflan los abanicos y las mantillas; que los japoneses se pirrian por la piel: los monederos y las botellas de cuero repujado. Y que los suizos y los alemanes se llevan toros y toreros por un tubo. "Allí no hay una casa sin cuernos", comenta ella.
Pero "cosas típicas de Madrid no hay". Así se lo cuentan a una visitante en otra tienda de la plaza Mayor. cuando se interesa por un recuerdo de la capital de España. "Aquí se concentra lo que es típico para toda España". En otras tiendas recomiendan siempre los platitos con vistas del Retiro, la Puerta de Alcalá o el palacio Real. "Tenemos muñecas con el traje de Madrid; pero cuando ven a la sevillana, se llevan ésa", dice Sagrario, de un comercio del paseo del Prado. Los brillos de los trajes de luces y los volantes deslucen a la castiza.
Una pareja de maestros jubilados de Nueva York se lleva de la tienda un pequeño toro que gira con el movimiento de su rabo. "Es para nuestra nieta. A su madre se le antojó tras nuestro primer viaje a Madrid, hace 30 años". Y salen encantados.
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