Una locomotora
Los rodadores holandeses siempre se han merecido el sobrenombre de locomotoras humanas. Cuando el mítico equipo Ti-Raleigh tomaba el mando del pelotón a principios de los años 70, la impresión que causaban era verdaderamente la de una fuerza más que humana que tiraba de forma insoportable de una masa compacta hasta convertirla en una hilera. La comparación con un tren no era descabellada.Jelle Nijdam, vencedor ayer en Jerez, es un ejemplar modernizado de aquella raza. A principio de temporada elige. sus objetivos y cumple con ellos con precisión. Suele ser selecto. Busca que su mejor forma coincida con los grandes escenarios y casi nunca se va de vacío. El año pasado obtuvo 10 triunfos: varios prólogos, etapas de menor cuantía y, sobre todo, una etapa en el Tour conseguida a su más puro estilo. No es hombre de sprints masivos sino que gusta de atacar largo en el último kilómetro, cuando aparece el triángulo rojo. Ahí es imparable: toma 10 metros de ventaja al pelotón y pone la locomotora a 70 por hora.
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