La guerrilla afgana negocia el reparto del poder
Dirigentes de la guerrilla musulmana de Afganistán, reunidos en Peshawar (Pakistán), alcanzaron ayer un acuerdo de principio para formar un consejo de los muyahidin al que la caótica Administración de Kabul entregaría el poder, lo que pondría fin a una guerra de 14 años que se ha cobrado centenares de miles de vidas. La noticia va contra lo inicialmente previsto por la ONU, es decir, la formación de un Gobierno interino neutral. Sin embargo, fue desmentida en parte por un portavoz de Hezbi Islam¡, que dirige Gulbudin Hekmatiar. Su gran rival, Ahmed Sha Masud, líder de Jamiat Islam¡, alcanzó el día anterior con el régimen de Kabul un acuerdo para evitar el asalto final y el baño de sangre. Mientras, según la guerrilla, los defensores de Jalalabad, escenario de algunas de las más sangrientas batallas de la guerra, entregaban la ciudad casi sin lucha. Kandahar, al sur, es la única ciudad importante, aparte de Kabul, que sigue en manos del Gobierno.
Burhanudin Rabani (por Jamiat) y Qutubudin Hilal (por Hezbi) participaron en las conversaciones de Peshawar, presididas por el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif. Un portavoz suyo aseguró que las dos partes aceptaron en principio designar a un jefe militar y otro político como delegados en el consejo de los muyahidin, y precisé que la idea tiene el apoyo total de la ONU. Añadió que el compromiso comporta "algunas modificaciones" al plan de la ONU, que preveía la transferencia del poder a un consejo neutral.El jarro de agua fría llegó de un portavoz de Hezbi Islam¡, Mangal Husain, quien señaló: "No creo que se haya llegado a una conclusión final". Los grupos de Masud y Hekmatiar no sólo no son aliados, pese a haber combatido durante años, cada uno por su lado, contra el régimen prosoviético de Kabul, sino que sus diferencias personales y políticas son tan grandes que no se descarta que puedan enzarzarse en una nueva guerra civil.
El representante de Pakistán admitió que aún no se había alcanzado la "unanimidad" entre la resistencia, sobre todo en torno a la composición del consejo de muyahidin, pero que "un largo consenso de principio" era posible tras las "profundas discusiones" desarrolladas. Según la misma fuente, las entrevistas del sábado entre Masud y el ministro afgano de Exteriores, Abdul Wakil, que supuestamente condujeron a un acuerdo de cooperación, no fueron "concluyentes".
Presidente interino
Mientras, en Kabul, un moderado, Abdul Rahim Hateb, ha sido nombrado presidente interino en un gesto de conciliación hacia las diferentes facciones enfrentadas. Hatef, de 66 años, no es siquiera miembro del partido gubernamental Watan (Patria), y ocupaba una de las cuatro vicepresidencias existentes desde que un Consejo Constitucional se hizo cargo del poder, tras ser depuesto el presidente Mohamed Najibulá, que continúa refugiado en la oficina de la ONU.Los dos millones de habitantes de la ciudad, asediada por el norte por las tropas de Masud, y por las de Hekmatiar desde el sur, y con su aeropuerto en manos de la guerrilla, confiaban en que las transacciones políticas evitasen la solución militar, un ataque final que podría causar miles de muertos. El tanque número 815, un monumento situado junto al palacio presidencial, símbolo del triunfo en 1978 del poder comunista, fue retirado en la noche del sábado al domingo y sustituido por largas filas de geranios rojos y rosa. "La medida responde a nuestra política de reconciliación nacional", señaló un alto funcionario del partido Watan.
Mientras tanto, las fuerzas de Masud, reforzadas con soldados amotinados, concentraban sus fuerzas cerca de Kabul, sobre todo al norte. Según periodistas occidentales llegados de Jabalsarraj, a unos 75 kilómetros al norte de Kabul, el dirigente guerrillero, que parece llevar cierta ventaja estratégica y política sobre su rival radical Hekmatiar, se reunió el sábado con Abdul Rashid Dostum (que desertó al frente de una división, hace un mes), el general Abdul Nomin (que inició un motín el pasado enero) y Sayed Mansur Noderi (líder espiritual de la comunidad ismailí). Todos parecen estar de su parte.
Centenares de guerrilleros de Hezbi Islam¡, el grupo de Hekmatiar, al grito de "¡Alá es grande!", entraban en Afganistán desde sus santuarios en Pakistán, para fortalecer sus posiciones y aumentar sus posibilidades de conquistar el poder.
Otro grupo guerrillero musulmán (en total hay 15) se hizo ayer con el control del sector 6, un barrio de Kabul. El hecho de que las únicas víctimas mortales fueran cuatro mujeres parece indicar que no hubo gran resistencia del Ejército. Fuentes de la guerrilla dijeron que otras dos capitales de provincia cayeron ayer sin oponer resistencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.