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El Estudiantes no tuvo su día ante el Joventut

SEMIFINALES DE LA LIGA EUROPEA DE BALONCESTO

La lógica, muchas veces de vacaciones en las grandes citas, dicta su ley de vez en cuando. Y la lógica estaba con el Joventut, como lo tiene que estar siempre que se enfrente al Estudiantes, salvo demencial heroicidad o que los verdinegros pasen por uno de esos días tan característicos suyos. Ni lo uno ni lo otro ocurrió ayer, y la clasificación del Joventut para la final hay que encuadrarla en el terreno de las amplias posibilidades que le otorga su talentosa plantilla, sin parangón en el panorama europeo.El Montigalá debía enfrentarse a dos tipos de problemas: los que le plantease el Estudiantes y los emanados en su propio cerebro, incluso más peligrosos que los primeros. Casi no existieron ni los unos ni los otros, y así no podía darse representación distinta de la que se vivió.

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Alegría y tristeza se fundieron en los dos equipos al final del partido

Los mentales no aparecieron porque siempre jugó a favor de corriente, y así es dificil que salgan a la luz para complicarles la papeleta. No hubo temor al fracaso, ni presión derivada de su condición de favoritos. Tuvieron nervios iniciales, pero no más de los necesarios ni de los que, salvo los yugoslavos, nadie está libre de ellos.

Los otros, los que debían haber partido de las manos de los jugadores del Estudiantes, fueron tan imperceptibles durante los 40 minutos que llegaron por momentos a la difícil cualidad de la inexistencia. Los colegiales eligieron el peor día para jugar su peor partido. Fuera de sitio, sin ritmo, en nada se parecieron a ese equipo que ha sorprendido hasta extremos insospechados en Europa. Nadie ni nada era como se preveía, y ante el Joventut eso significa la ruina.

El partido comenzó con una declaración de principios de ambos entrenadores. Lolo Sainz no esperó y puso en cancha a Harold Pressley. El norteamericano, con un aparatoso vendaje en su mano derecha (la de tirar), llevaba más de un mes sin jugar un solo partido. Miguel Ángel Martín, al contrario, no dispuso inicialmente a Orenga y se la jugó con Pedro Rodríguez.

El conservadurismo de Sainz salió mejor parado que la chulería de Martín, y a éste no le quedó más remedio que sacar a su pivot titular a los siete minutos de juego, como en una premonición de lo que luego sucedería. Pressley, en cambio, después de calentar durante el primer cuarto, sacó el revólver y con dos triples consecutivos dispuso el partido sobre una ventaja alrededor de los 10 puntos, ideal para que Joventut juegue a placer.

Los catalanes, de la mano de Presley, pusieron la directa, y el Estudiantes intentaba aguantar el tipo como podía, lo que no era mucho. Sainz movía el banquillo con sorprendente asiduidad y el juego de su equipo no se resentía, sino todo lo contrario. Unas veces era Pressley, otras Tomás Jofresa, y la mayoría un imparable Villacampa. Con estos importantes jugadores en racha, y aquéllos, el Estudiantes, con una empanada mayúscula, el encuentro se estaba convirtiendo en un paseo militar para los concentrados jugadores de Lolo Sainz.

Tocada del ala estaba la confrontación cuando terminó su primer acto (51-36). Cómo sería el desaguisado estudiantil que Miguel Ángel Martín sólo los retuvo en el vestuario unos dos minutos. Un par de frases bien dichas vale más que entrar en razonamientos tácticos. Tampoco se hizo esperar el Joventut, pues ya sabemos que Lolo no es amigo de mucha charla, y menos cuando todo rodaba tan a su gusto.

Nada varió en la reanudación. Salvo un momento de imprecisión verdinegra (67-55, m. 30), desaprovechado en dos ataques consecutivos por los erráticos colegiales, el encuentro transcurrió plácidamente para unos y largo como un día sin pan para los otros.

El final fue tan merecido para el Joventut como injusto para el Estudiantes, pues no se habían hecho acreedores -por méritos contraídos antes de Estambul, claro- de un mal rato como el que sufrieran.

El Montigalá ya está en la final, en la que vuelve a ser favorito. Cosa normal, pues son los mejores. Ahora sólo falta que lo confirmen ante las pirañas del Partizan yugoslavo. El Estudiantes, mientras tanto, se deberá conformar con glorias pasadas. La lógica juega de vez en cuando estas malas pasadas.

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