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Reportaje:CRÓNICAS DE VILLAVERDE/ 2

Del arte de la oratoria

Briceño usa muchos mecanismos retóricos que nadie le ha enseñado

Francisco Peregil

Nicanor Briceño siempre recalca que su preocupación principal son los yonquis, que lucha por defenderlos y que no tiene nada contra los gitanos. Todo muy bonito, pero a algunos vecinos siempre les cabe alguna duda sobre sus loables intenciones. En el cuerpo a cuerpo, el líder vecinal se mueve con reflejos y despeja muchas dudas. Pero nunca todas ni a todos. Un redactor de EL PAÍS ha vivido tres semanas en Villaverde Bajo -sólo los últimos días se dio a conocer -como periodista- para poder escribir estas crónicas.

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En la puerta del pub Caos, que está en la parte alta del barrio, un joven comentaba el viernes 20 de marzo, refiriéndose a Briceño: "Hay algo del Nica que no me gusta. Una vez le escuché en un bar algo que me hizo pensar bastante. Sólo te digo una cosa: conocerás a Raulillo cuando le des un carguillo". Enseguida, otro le replicó: "Que no, colega, que es un tío de puta madre. Yo siempre lo defiendo desde que estuve en Los Molinos y el helicóptero de la policía me pasaba por el hombro" (se refería a Los Molinos, el llano donde acamparon los vecinos de Villaverde el pasado septiembre para luchar contra el realojamiento de 86 familias gitanas).La duda siempre merodea. Cuatro días después del diálogo en la puerta de Caos, en una de las asambleas que convoca la coordinadora, Nicanor presentó a los miembros de la organización: el responsable de juventud, Jesús; la de asuntos de mujeres, fulanita; la de cultura, menganita. Todo organizado como ministerios.

Vender a un barrio

Cuando acabó las presentaciones de los responsables de la coordinadora pidió un aplauso para ellos. Más de 600 manos palmearon durante medio minuto. Enseguida, Briceño levantó un dedo en señal de advertencia. Silencio total. "Si cogéis a alguno de nosotros, repito, a cualquiera de nosotros, vendiendo al barrio traéis la prueba a la sede de la coordinadora, y esa persona se tiene que ir del barrio". Risas de todo el mundo, pero él eleva la voz: "Lo digo en serio". Y nadie ríe.Briceño conoce muchas artimañas retóricas que nadie le enseñó nunca. Ha terminado su discurso, abre el turno de preguntas y una vecina lo pone entre las cuerdas:

-Nica, de Los Molinos, ¿qué?

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-Bueno, pues negociamos con el Ayuntamiento, la Comunidad y el Consorcio y conseguimos paralizarlo de momento.

-Pero ¿no hay nada escrito?

-Pues no.

-O sea, que en cualquier momento pueden meter a esa gente [los gitanos de Torregrosa], ahí.

-Bueno, Cati..., los dioses del olimpo no nos han querido escuchar todavía.

-Es que mientras no haya nada escrito no hay nada seguro, y ya verás cómo al final se sale el Consorcio con la suya.

-¿Hay niños aquí? -preguntó Nicanor- ¿Sí?... Pues no tienen... ¡narices! para hacerlo.

Carcajada general y aplausos. Una vez más, el gran comunicador -sería injusto llamarle sólo profeta- salió airoso del trance. Pero Cati había acertado sin saberlo ni quererlo, porque justo al día siguiente los nicanores pudieron leer en los periódicos que la Comunidad tenía pensado reanudar las obras de realojamientos gitanos que se hallan paralizadas en la actualidad.

En un momento determinado, durante la arenga de Nicanor se armó un revuelo. Todo el mundo quería expresar sus opiniones, y Nicanor, muy hábil (está hablando de Jesús, el chico que se encargará del área de juventud), baja la voz. Muchos, a vivo grito, y él, con la voz queda: "Porque nosotros luchamos por ellos, por los jóvenes, por los yonquis [cada vez más bajo el griterío], porque el otro día [menos risas], el otro día... me encontré a uno de los 36 enganchados [drogodependientes] que hay en nuestro barrio [la gente empieza a pedir silencio para escucharlo]; me lo encontré medio muerto, y es un milagro que esté vivo. Mañana lo llevaré a un centro [lo llevó en el Renault 21 que conducía su amigo y guardaespaldas Francisco González], pero todo esto que hacemos es por ellos".

Algo más: "Antes de que os vayáis quiero recordaros que estamos inmersos en varios juicios..., y no quiero deciros con ello que tenéis que compadecernos porque somos muy buenos y nada de eso". Para despedirse vuelve a pegar directo: "Simplemente es que necesitamos dinero; así que si dais 2.000 duros, mejor que 1.000".

Al día siguiente, la coordinadora convocó una manifestación hacia Torregrosa a la que sólo acudieron 200 personas. El viento era insufrible, y Nicanor extrajo una conclusión: "No voy a ponerle a la gente un examen todos los días para ver si salen a la calle. A partir de ahora distribuiremos mejor las protestas". Y eso hace: esperar organizándose. Recoger firmas para independizarse de Madrid no pagar los impuestos muncipales o empapelar los edificios del Gobierno regional son hipótesis de trabajo cuyo estudio los entretiene hasta que la Comunidad decida, si lo decide, realojar definitivamente a los gitanos en sus lindes.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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