El cartero sólo llama una vez
¿Acaso es divertido esperar sentado la llamada del cartero? No lo es, desde luego; y menos cuando sólo llama una vez, en forma de plusvalía o de dividendo. Comprar acciones y esperar una buena cosecha es una forma de asesinar el instinto bursátil. A los inversores esperanzados por los tradicionales repuntes de primavera les asiste apenas la corrección de un destino errático, si nos atenemos a la orientación de los índices. La primavera estalla inestable, atrae con fuerza al ciclón monetario; la recesión industrial es un hecho, pero ello no concuerda con la depresión de los valores que siempre han descontado con optimismo los procesos de ajuste. Comprar y esperar, como un viajero en overbooking, es más angustiante que la sala de espera del dentista."Venda antes de la próxima recesión" o "venda antes de que suban los tipos otra vez" son las recetas al uso para salir tangencialmente de un ahogo que todavía se presume coyuntural. Estos comentarios son como voces en el desierto por la inocente obviedad que expresan. Con todo, son menos molesto s que los resabiados latiguillos después de un trasvase al estilo "ya me parecía a mí...".
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