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Criticas al arcipreste de Irún durante el funeral por el coronel asesinado

El arzobismo castrense, monseñor Estepa, criticó implícitamente al arcipreste de Irún, José Ramón Treviño, encarcelado por dar cobijo a dos etarras, durante el funeral celebrado anoche en el hospital del Aire (Madrid) por el coronel retirado del Ejército del Aire Joaquín Vasco Álvarez, asesinado por ETA.

Monseñor Estepa aseguró en su homilía que la Iglesia española mantiene un actitud clara de condena del terrorismo y aludió al arcipreste de Irún, subrayando que "ningún acontecimiento ocasional o acción individual de miembros de la Iglesia, comportamientos concretos que ahora no puedo juzgar, deben oscurecer" esta Posición. Más adelante agregó, en la misma línea, que "ningún católico, cada uno desde la peculiaridad de su responsabilidad eclesial y cívica, puede inhibirse de este deber de cooperar [con las autoridades] a establecer la paz".Al funeral, celebrado en la capilla del hospital del Aire, que se encontraba abarrotada de amigos y compañeros de la víctima, asistieron, entre otros, el ministro de Defensa, Julián García Vargas; el jefe del Esta do Mayor de la Defensa, almirante Martín-Granizo, y el del Ejército del Aire, general Fernández Sequeiros. La familia de la víctima, encabezada por su viuda y sus tres hijos, entre ellos el coronel Joaquín Vasco, jefe de la base aérea de Gando (Gran Canaria), a quien iba di rigido el explosivo, mantuvo una actitud serena a lo largo de la ceremonia.

El arzobispo alabó esta serenidad, pero advirtió que la misma "no es, en modo alguno, una resignación fatalista que renuncie a la búsqueda de la justicia". El coronel Vasco, de 79 años, será enterrado esta mañana en el cementerio madrileño de La Almudena. Su muerte se produjo a las 2235 horas del miércoles, en la unidad de cuidados intensivos del hospital Gregorio Marañón (Madrid), algo más de 24 horas después de que ingresara en estado crítico.

La explosión del paquete bomba remitido por ETA a su vivienda militar de Madrid le produjo la pérdida de tres dedos de una mano, así como graves heridas en el tórax, cuello y cara. El paquete, de 250 gramos de peso, imitaba una cinta de vídeo y fue enviado por correo ordinario.

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