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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las opciones de Mitterrand

LA ELECCIÓN de los presidentes de los consejos regionales y la segunda vuelta de las elecciones cantonales han acentuado el fracaso sufrido por el Partido Socialista (PS) francés el 22 de marzo. Este no sólo ha perdido más de la mitad de sus votos (en relación a las legislativas de 1988), sino que se encuentra más aislado que nunca. En algunos casos, ni siquiera los ecologistas de Brice Lalonde, ministro del Gobierno de Edith Cresson, han votado para la presidencia de los consejos regionales al candidato socialista. Tampoco ha jugado, en la segunda vuelta de las cantonales, la tradicional regla republicana de votar al candidato de izquierda mejor colocado: en ciertos cantones, ni ecologistas ni comunistas dieron el voto al socialista. Todo ello limita la libertad de maniobra del presidente Mitterrand ante la urgencia de tomar medidas para salir de una situación desastrosa para él.El dato central, en estos momentos, es que el PS, con el 18,3% de los votos, tiene a la vez el gobierno de la nación y la presidencia de la república. Por muy legal que sea, es una anomalía política. Por tanto, es ineludible iniciar una transición hacia otro equipo de gobierno. ¿Cómo lo va a enfocar Mitterrand? El cese de Edith Cresson parece inminente. Es ya demasiado tarde para remodelar el Gobierno dejando a la misma primera ministra, cuya impopularidad se agrava cada día. La mejor candidatura para nuevo jefe de Gobierno sería sin duda la de Jacques Delors, pero éste ha hecho saber que desea terminar su mandato en Bruselas. Aceptar ahora la jefatura del Gobierno no mejoraría, sino que quizá empeoraría sus posibilidades con vistas a las presidenciales, su verdadero objetivo. A los candidatos para Matignon, entre los que cobra fuerza Pierre Bérégovoy, se ha sumado a última hora Jack Lang, que, gracias a sus éxitos electorales, es la excepción en el naufragio socialista. Es, además, el socialista con más capacidad de diálogo con los ecologistas y con otros movimientos, como SOS-Racisme, que agrupan a sectores jóvenes que fueron reserva de votos socialistas en el pasado.

En todo caso, formar un nuevo Gobierno sólo puede ser una medida provisional. Francia ha entrado en una larga etapa electoral, lo que va a debilitar seriamente su capacidad de acción en la escena internacional. El problema decisivo es cómo afrontar las nuevas consultas del electorado. En ese orden, no parece viable la idea de cambiar la ley electoral para la elecciones legislativas restableciendo el sistema proporcional, lo que frenaría el avance de la derecha democrática en beneficio de los fascistas de Le Pen. Sería una maniobra excesivamente cínica, y a ella se oponen dirigentes socialistas como Fabius y Rocard.

Quizá el verdadero problema hoy, ante la magnitud de la derrota del PS, sea el de la propia permanencia de Mitterrand en el Elíseo. Éste ha dicho varias veces que 14 años de presidencia son demasiados. Él lleva ya 11 en el cargo. La idea de una reforma constitucional para rebajar el plazo de la presidencia de siete a cinco años fue lanzada hace unos meses por el propio Mitterrand. Si éste convocase un referéndum sobre este punto y se aplicase la reducción a sí mismo, se abriría la posibilidad de celebrar elecciones presidenciales antes de las legislativas.

Ello supondría una ventaja indiscutible para los socialistas porque las presidenciales son siempre un factor de división para la derecha. En cambio, los socialistas tendrían con Jacques Delors -probablemente más apto para esta misión que Michel Rocard- un candidato capaz de obtener muchos votos centristas y ecologistas, fuera del electorado tradicional de la izquierda. En tal perspectiva, el papel del nuevo Gobierno sería cambiar la imagen desgastada de los socialistas y preparar un agrupamiento de fuerzas capaz de dar base a una candidatura abierta hacia el centro, como sería la de Delors. Pero el Elíseo puede sorprender aún a los observadores escogiendo opciones imprevistas.

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