Bérégovoy es el aspirante más citado para convertirse en el nuevo primer ministro de Francia
Pierre Bérégovoy, ministro de Economía y Finanzas desde 1988 y artífice de la política del franco fuerte y la lucha contra la infla ción, era en la tarde de ayer el principal aspirante al puesto de primer ministro francés. François Mitterrand dedicó la mayor parte le la jornada a hacer consultas con los dirigentes socialistas, en la perspectiva de reemplazar a la primera mujer que accedió a la jefatura del Gobierno francés. La clase política y los medios de comunicación daban anoche como casi segura la salida de Edith Cresson del Hôtel Matignon, pero Mitterrand se tomaba todo el asunto con calma imperial.
Un chiste de Plantu en la primera página de Le Monde expresó el casi seguro fracaso de la mejor opción del presidente francés: el nombramiento de Jacques Delors. En el chiste se ve a Delors frente a un Mitterrand enfadado. El presidente de la Comisión Europea ojea su agenda y dice: "¿A Matignon, el miércoles? No. Estaré en Bruselas. En cambio, en 1995 tengo algo de tiempo". A Delors se le atribuye una ambición presidencial y el segundo mandato de Mitterrand en el Elíseo termina en 1995.Además, Delors, según afirmaban fuentes del Partido Socialista (PS), no estaba dispuesto a convertirse en otro de esos primeros ministros de Mitterrand que tienen las manos atadas.
A falta de Delors, los especialistas en las intrigas mitterrandianas apostaban por el ministro de Economía y Finanzas, Bérégovoy, como principal candidato a la sustitución de Cresson. Pero en el propio campo socialista había muchas dudas acerca de que Bérégovoy sea el hombre adecuado para la delicada situación actual. En sus 10 meses en Matignon, Cresson se ha quejado amargamente de que la obsesión por la fortaleza del franco y la lucha contra la inflación de Bérégovoy ha impedido abordar el problema del paro. La cifra de 3 millones de desempleados es la que más angustia ahora a los franceses.
A la indiferencia de Bérégovoy ante el crecimiento del paro, muchos socialistas añadían la convicción de que no es la persona indicada para provocar ese electrochoque moral y político que necesitan los franceses. Los medios financieros parisienses e internacionales adoran su rigor monetarista y sus compatriotas le tienen como un hombre serio y trabajador, pero Bérégovoy no está dotado de carisma.
Reactivar la economía
En defensa del ministro de Economía y Finanzas, sus partidarios en el seno del Partido Socialista aseguraban que, desde Matignon, éste podría reactivar la economía francesa sin despertar inquietud en los medios financieros. El único comunicado divulgado ayer por Bérégovoy afirmaba que Francia "está en buena posición para beneficiarse de la recuperación económica", y que la política de control de la inflación y las Finanzas públicas puede permitir que, a partir de los próximos meses, Francia conozca "un suplemento de crecimiento" respecto a sus socios europeos.
Mitterrand fue llamando al Elíseo a Cresson; al presidente socialista de la Asamblea Nacional, Henri Emmanuelli; al presidente del Consejo Constitucional, Robert Badinter; al ministro de Cultura, Jack Lang; al de Economía y Hacienda, Bérégovo; y al de Asuntos Exteriores, Roland Dumas. Cada visita despertaba nuevas especulaciones, pero lo cierto es que, a primeras horas de la tarde, Mitterrand envió a Cresson a la ciudad alemana de Hanover, a inaugurar una feria industrial y entrevistarse con Helmut Kohl. Cresson debía regresar a París a partir de las 20 horas y parecía muy improbable que en su ausencia se anunciara el menor cambio en el Ejecutivo.
Horas después, Brice Lalonde, ministro del Medio Ambiente líder de Generación Ecología, dijo en relación al cambio de Gobierno: "No quiero participar en una chapuza". Lalonde proclamó que no aceptará ningún puesto en el nuevo Ejecutivo socialista. "Quiero volver a la base, a trabajar con los ecologistas", aseguró.
La coalición de derecha democrática RPR-UDF (Agrupación para la República-Unión para la Democracia Francesa), impaciente por recuperar el Gobierno de la nación mediante elecciones anticipadas, continuó disparando su artillería pesada sobre el Elíseo. "La única obsesión de Mitterrand es mantenerse en el puesto", dijo Alain Juppé, secretario general del neogaullista RPR. "Mientras tanto", añadió, "está llevando a Francia a una situación de confusión, angustia y desorden moral".
En el clima febril provocado por el desastre socialista en las elecciones regionales y cantonales de los pasados 22 y 29 de marzo, Mitterrand intentaba dar una imagen de tranquilidad. El presidente aún tuvo tiempo para ir a jugar al golf y para inaugurar una exposición sobre los vikingos.
Mientras tanto, los socialistas franceses seguían sufriendo afrentas. El martes confirmó las tendencias del lunes y entre ambas jornadas el Partido Socialista se quedó sin las presidencias de Norte-Paso de Calais y de la Alta Normadía.
Marie-Christine Blandin, la candidata de Los Verdes, conquistó en la madrugada de ayer la presidencia de la región Norte-Paso de Calais, un feudo histórico de los socialistas. Es la primera vez que una mujer y un militante ecologista ocupan la presidencia de una región francesa.
En la Alta Normadía, la derrota del ex primer ministro socialista, Laurent Fabius, fue seguida de un intento de impugnación por parte del propio Fabius, quien atribuyó la victoria del conservador Antoine Rufenacht al apoyo de los representantes del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen y a irregularidades cometidas por los candidatos verdes.
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