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El manual de urbanidad de la Expo

Escupir o usar calcetines blancos, entre las prohibiciones para el personal de información

Lourdes Lucio

No usar calcetines blancos ni gafas de sol, evitar rascarse y mantener la mirada, no escupir en el suelo, afeitarse diariamente, -los chicos- o llevar un maquillaje discreto -las chicas- son algunas de las instrucciones dadas en el curso de formación del Personat Uniformado Polivalente de Información de la Expo, pupis, en la particular jerga sevillana.Su misión durante los seis meses de la muestra será atender al público y apoyar a otros servicios (sanitarios, culturales, de azafatas... ) de la Sociedad Estatal. Para realizar este trabajo reciben 100 horas de clase en las que, además de memorizar cada rincón del recinto, se les enseña sobre cómo tratar a los visitantes, y también teoría de la comunicación y de conducta social. Lo cual, según un monitor-, "es absurdo" para una persona cuya principal tarea será la de indicar dónde está el pabellón de Sri Lanka o la parada del autobús, colocar vallas para que pase la cabalgata y echar una mano a quien a causa de la caló sevillana sufra una lipotimia. El manual de comunicación facilitado a los 480 aspirantes a pupis prohibe usar gafas de sol, tutear a los visitantes (salvo a los niños), dar la mano a los altos cargos, fumar, mascar chicle, escupir y usar calcetines blancos, prenda considerada demasiado llamativa. En un tono menos impositivo, se aconseja no sentarse durante el horario laboral, evitar el "coqueteo" con los visitantes y los compañeros, "el mantenimiento excesivo de la mirada", rascarse, toser, bostezar y estornudar, aunque, en caso de extrema necesidad, se pueden hacer "con el menor estruendo posible y siempre sobre el pañuelo".

Los pupis irán ataviados con una camisa con los colores de la bandera española, chaqueta, pantalón y falda azules, y una gorra visera diseñados por los sevillanos Vittorio y Luccino. El uniforme, dice el manual, "no se utilizará con motivo lúdico" fuera del recinto y los uniformados. no podrán utilizar las tiendas y los restaurantes de los visitantes, aunque, eso sí, se les permite usar los aseos públicos.

También aprenden teoría de la comunicación: como si de una clase de Ciencias de la Información se tratase, los términos emisor, receptor, código, mensaje, canal, contexto y retroalimentación son incluidos con la sana intención de que el futuro pupi no mande a la otra punta de la isla de La Cartuja al despistado visitante.

No menos importancia se le concede a la conducta social, donde se incluye la descripción de "individuos especiales": personas con actitud hostil, delincuentes juveniles, enfermos mentales, alcohólicos y drogadictos. El comportamiento de un pupi ante un perturbado deberá ser distinto dependiendo de la lesión orgánica del individuo. Así, ante un enfermo mental violento lo mejor es pedir ayuda y alejarlo de donde se encuentre. Al depresivo hay que darle ánimos.

Pero si el sujeto tiene problemas con el alcohol o las drogas, que no piense que el pupi se va a andar con remilgos. "El comportamiento debe ser de lo más exhaustivo", dice el manual, que entre paréntesis precisa: "cortar por lo sano".

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