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Entre la polémica y la incomprensión

Las pastorales y declaraciones de la jerarquía eclesiástica vasca, preferentemente las realizadas por el obispo de San Sebastián, José María Setién, y el vicario general de la misma diócesis, José Antonio Pagola, suscitan periódicamente, en los últimos años, actitudes de rechazo entre la población vasca no nacionalista.Por no hablar de las reacciones de escándalo e indignación que tales pronunciamientos provocan frecuentemente en buena parte de la opinión pública española. Sin embargo, el obispo y el vicario donostiarras se han caracterizado, justamente, por sus inequívocas condenas a ETA. Y más aún, y sobre todo, por la descalificación de los postulados pretendidamente éticos o políticos con que desde HB y desde un sector del propio clero vasco se pretende arropar a la organización terrorista.

José María Setién y José Antonio Pagola creen que si sus manifestaciones suscitan tal escándalo es porque son interpretadas sesgadamente, en clave política, y no en la clave ética, espiritual, humanitaria que los inspira.

Es posible, efectivamente, que el dramatismo que genera la acción de ETA impida la comprensión de los matices, pero como mínimo, la jerarquía vasca comete en demasiadas ocasiones el pecado de la inoportunidad política. Así, cuando las organizaciones pacifistas vascas lograron meses atrás en Bilbao, con el apoyo de las organizaciones de la Iglesia vasca, la mayor concentración contra la violencia, el vicario general de San Sebastián facilitó el titular: ETA no es una organización criminal, exhibido gozosamente por el diario Egin.

Lo que Pagola dijo, en realidad, es que ETA no es una banda de criminales que actúa en beneficio propio, y eso es algo que comparte mucha gente en el País Vasco y la mayoría de los nacionalistas. De la misma manera que hace unos añostambién el PNV y el resto de las formaciones políticas vascas rechazaban, por ejemplo, las extradiciones de etarras, denunciadas en las pastorales de los obispos.

El problema más bien reside en el hecho de que el clero vasco es intrínsecamente nacionalista, y, en esa medida, emite un discurso incompleto, no integrador. La jerarquía vasca está sujeta, por lo demás, al marcaje a que le someten aquellos sectores religiosos contestarios situados en la órbita ideológica de HB-ETA, y a su vocación histórica de intervenir como elemento mediador, determinante de la comunidad vasca.

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