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Días de triunfo en Godella

Las jugadoras del Dorna de baloncesto regresan con el título continental

Las personas que rodean al Dorna Godella llevaban un año lar go hablando de la Copa de Europa. En todas las tertulias deportivas introducían el tema, lo intentaban vender y siempre, de forma automática, las dejaban solas con su quimera. "Que sueñen, que soñar es gratis", era la coletilla habitual. Luego llegaron los triunfos, la liguilla previa de la fase final, la final four de Bari y la apoteosis. Ya son campeonas de Europa. Ha llegado el turno de la revancha. Han hecho historia. Lo saben y lo piensan explotar. De entrada, entre sorbos de cava, abrazos y lágrimas, han sacado la bandera de la reivindicación: "Pabellón, televisión", es su grito de guerra.El jueves 26, ya entrada la noche, una mujer menuda de tamaño, pero gigante de energía, se quedaba encogida en el palco del pabellón de Bari, con las manos tapándose las lágrimas. Su equipo, mejor dicho, sus chicas, se fundían en un abrazo en el parqué mientras paseaban la Copa de Europa. Ella, Dolores Escamilla, vicepresidenta oficial pero presidenta de hecho, había logrado su gran sueño. Segundos después, de forma automática, sacó a relucir toda la filosofía de su club con tan sólo unas frases: "Godella ya es Europa. Queremos un pabellón. Necesitamos ayuda oficial. Creo que ya es hora de prestigiar el baloncesto femenino español", señaló.

La expedición llegó ayer a Valencia. Las jugadoras, con el rostro desencajado -mitad emoción, mitad secuelas de la noche italiana-, se fundieron en un abrazo con los aficionados que las aguardaban. Entonces, como siempre, flotó en el ambiente el espíritu de Escamilla. José Ramón Guimaraens, presidente del equipo y socio de la empresa Dorna, retó de forma velada a las instituciones: "Dorna seguirá como patrocinador el año que viene. Pero las autoridades deben ayudarnos", indicó sin pestañear.

El ansia reivindicativa dio paso instantes después a la tradición. El Dorna Godella ofreció la Copa de Europa a la Mare de Deu. Mujanovic, desde la perspectiva que le otorgan sus 2.03 metros de estatura, no daba crédito a lo que estaba viendo: "Es fantástico, fantástico. Mi ilusión es seguir-viviendo en Godella el próximo año", comentaba.

Rosa Castillo, una jugadora española veterana y trotamundos, reflejaba en su rostro la tensión de la final four: cuatro puntos de sutura: "Esto no importa. Somos campeonas y todo lo demás es secundario. Ahora ya me puedo retirar del baloncesto sabiendo que he conseguido el mayor triunfo. Aunque no lo haré" señaló, muerta de risa.

La gran noche

Tan sólo quedaban 10 segundos para acabar la final y ya se brindaba con cava en el bar Punto y coma de Rocafort. Más de 60 personas celebraban la Copa de Europa. Abandonaron Godella el tiempo justo para presenciar la retransmisión del partido por Eurosport. Luego, todos juntos, regresaron a su pueblo para hacer un alto en el bar Matalaser.Y de nuevo, abriéndose paso entre la euforia, hizo acto de presencia la filosofía de Dolores Escamilla. "Ahora no tienen más remedio que damos el pabellón, explicaba Mar Navarro, entrenadora del equipo cadete y una más entre las personas que reivindicaban un pabellón.

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