Los ayatolás también se ríen
'Golagha', la única revista de humor iraní, siempre respeta a los representantes religiosos
En Irán, la revista de humor político sale oficialmente los jueves, aunque en realidad está en circulación desde los martes por la tarde. Los miércoles son un mal día en la Redacción de Golagha. El teléfono no para de sonar. Pero no siempre son quejas ni amenazas. El otro día llamó un ministro para ofrecer un chiste. Se lo aceptaron al vuelo. Era sobre la inflación."¿Quién dijo que no tenemos sentido de humor?", pregunta Kiyoumars Saberi, periodista iraní de 50 años, que es más conocido por su seudónimo de Golagha; en farsi, Señor Flor. "A los iraníes nos gusta reír, y yo trato de mantener ese espíritu", dice. Y en gran medida lo ha conseguido.
Con una tirada de 130.000 ejemplares, Golagha es hoy la única revista de humor y una de las publicaciones más leídas en Irán. ¿La clave del éxito? Dieciséis páginas de sátira internacional y crítica benigna al Gobierno y al sistema, algo que en el. país de los ayatolás habría bastado, hasta no hace mucho, para poner a cualquier periodista entre rejas.
Pero, tres años después de la muerte del ayatolá Jomeini, las cosas han cambiado. Según Saberi, no es que la revolución islámica esté aprendiendo a reír. El imam nunca se distinguió por su sentido del humor, y en sus tiempos había muy poco motivo de risa, especialmente después de ocho años de guerra con Irak. Pero, curiosamente, dice Saber¡, la inspiración de Golagha vino del propio ayatoleslam.
Sostiene Saberi que se cuenta entre los pocos que alguna vez vieron reír a Jomeini. "Antes de sacar la revista, yo publicaba una columna en el diario Etteelat y le ponía cierta chispa a mi trabajo. Seis meses antes de morir, el ayatolá nos citó a un grupo de periodistas y cuando me presentaron con mi seudónimo cambió de expresión y se echó a reír", dice. "Dijo que era un asiduo lector de mi columna y que le gustaba cómo decía las cosas".
Los chistes del Señor Florvan siempre al grano. Por lo general son a base de juegos de palabras y, por tanto, pierden gracia en la traducción. Casi todos brotan de la calamitosa situación económica. Uno de ellos presenta a un hombre enfurecido por el titular del periódico que sostiene en las manos. El titular dice: Madrid es la ciudad más cara del mundo. "¡Protesto!", exclama el teheraní. El ministro de Finanzas, Molisen Nourbakhsh, es, por supuesto, viñeta fija de Golagha. Muchos de sus colegas están celosos.
Por si los aludidos no hallaran gracia a las ocurrencias de Saberi y sintieran la tentación de ir a pedirle una explicación, Golagha no publica su dirección. Es más, la Redacción, no lejos del centro de Teherán, funciona prácticamente en secreto. Pero, a decir de Saberi, eso también es parte del chiste.
Eso sí, Golagha tiene una regla seria: no burlarse de los ayatolás ni del resto del clero. "Respeto profundamente la religión y a la gente religiosa", dice Saberi. De ahí que en ninguna de las caricaturas aparece un mulá de turbante y abaya. "Respeto esa vestimenta y lo que representa", agrega.
No sorprende, por tanto, que el presidente iraní, el hoyatoleslam Alí Akbar Hashemi Rafsanyani, célebre por su pragmatismo, ingenio y buen humor, no aparezca en Golagha. En medios oficiales existe la convicción de que al presidente no le importaría. Al fin y al cabo, es el único líder iraní que sonríe ampliamente en público.
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