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El cero

Manuel Vicent

El paraíso es el cero: una burbuja de aire que recorre la línea del diafragma por debajo de la ansiedad del corazón. Cuando el cero se detiene en el centro exacto de la plomada sobre la boca del estómago, la armonía se instala alrededor, la ansiedad deja de cabalgar. Entonces el cuerpo y la mente están en un mismo plano que se va alargando hasta perderse en la naturaleza, y muy pronto el iniciado, con una sonrisa de arroz con leche en los labios, comienza a escuchar en el horizonte un sonido de monos, prerrogativa de los seres felices. Mientras todo el mundo va hoy con una bolsa de basura en la mano buscando en la vida de los demás un vertedero donde echarla, es una suerte tener un cero en mitad del diafragma para absorber la miseria que a uno le rodea. Sólo los sabios consiguen que toda la luz del día traspase ese sumidero como un diamante, y algunos a ese duro destello lo llaman inteligencia, cuya primera virtud consiste en atraer las partículas negativas, los elementos infames, hasta fundirlos en el vacío con la luz. La gente en la calle no hace sino intercambiarse bolsas con los propios desperdicios: te cuentan un nuevo escándalo del Gobierno, otro desfalco en las finanzas, una operación de próstata, una muerte inesperada, una quiebra económica, cualquier peligro inminente. Siempre hay alguien que te para en la esquina o te asalta en el bar sólo para revelarte su desgracia. Enseguida percibes que el otro se aligera de la carga, la deposita dentro de ti y, convertido en un basurero psíquico lleno de desechos, sigues tu camino sin lograr transferírselos a nadie. Fácilmente puedes morir envenenado, ya que la mente no tiene capacidad para neutralizar tantos males, pero si el cero se halla bien equilibrado en la boca de tu estómago, por su interior van pasando los despojos de la vida hasta ser aniquilados por el vacío sin que tu mente se altere. Ese cero es el paraíso, aunque tal armonía no carece de peligro, porque estar contento, parecer feliz, sonreír con una dulzura de arroz con leche, es hoy lo más corrosivo.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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