Los votantes y el 'búnker' afrikáner
Los surafricanos eran conscientes de lo que el país se jugaba en el referéndum del martes y acudieron en proporciones sin precedente a las urnas. Los muertos no votaron, pero enfermos de cáncer en sillas de ruedas, otros a pie seguidos de enfermeros que les sostenían la botella de suero y hasta mujeres embarazadas que empezaron a sentir dolores de parto poco después de depositar su voto asistieron a su cita con la historia.La intensiva campaña propagandística ha tenido un doble vertiente: la estricto mente publicitaria, con lo medios de comunicación ir vadidos de anuncios en favor del sí, y la disfrazada de información, con un extraordinario sesgo a favor del apoyo a las reformas del presidente De Klerk. Esta campaña a favor vino trufada con noticias sobre el tremendo avance del búnker afrikáner, que ponía los pelos de punta.
Los asistentes a la inauguración de una muestra pictórica el pasado sábado en uno de los barrios distinguidos progresistas y anglohablante del norte de Johanesburgo estaban aterrorizados ante lo que veían que se les venía encima. Muchos surafricanos de ascendencia británica han adoptado tradicionalmente una posición de digno distanciamiento del apartheid y ha dejado el campo de la política expedito para los afrikáners mientras se reservaban para sí el mundo de los negocios.
La clásica apatía de los británicos podía convertirse un factor decisivo en un referéndum planteado entre blanco y negro. En las vísperas de la votación los más politizados de ellos se movilizaron con todos los medios a su alcance Su concurso ha sido capital, pero no el único trascendente. Una buena parte de los afrikáners también apoyaron e cambio, entre ellos los funcionarios del Ministerio del Interior, a quienes ayer el presidente De Klerk agradeció su esfuerzos de los últimos día para conceder la nacionalidad a muchos inmigrantes blancos que deseaban votar.
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