Las pulsiónes del cosmos
Hay en la obra reciente de Pedro Ruache una interesante y compleja trama de vínculos de identidad entre el discurso específico que desarrolla y el tipo de recursos sobre los que lo concreta, trama que resulta tanto más sugerente en la medida que elude sus posibilidades iconográficas más obvias.Hemos de recordar aquí, de entrada, el papel esencial que las representaciones diagramáticas tienen como instrumento de conocimiento, por encima del discurso verbal, en las tradiciones tántricas. Tomando como base de meditación el paradigma conceptual y simbólico del tantrismo, Ruache desarrolla dos ciclos complementarios, indisolublemente vinculados como partes de lo mismo, referidos a dos modos esenciales de energía en esa cosmología dialéctica que se escinde en lo masculino, lingam, y lo femenino, yoni.
Pedro Ruache
Galería Egam. Villanueva, 29.Madrid. Hasta el 29 de marzo.
El ciclo de lo masculino se representa siempre como estructura que tiende hacia la verticalidad en forma de columna o escalera. Para lo femenino, elige otra estructura básica, el yantra de la cruz esvástica, circulación de fuerzas que son, al tiempo, continua expansión generadora y atracción hacia el centro.
El recurso a la palabra -yoni o lingam, según el caso- trasciende a su vez lo anecdótico, acercándonos a la idea de los vocablos mántricos, en la medida que son al tiempo fonética o visualmente el instrumento que designa. Y así, la palabra y el orden de su lectura se identifica en estas piezas con la estructura misma que las soporta, unificando concepto y diagrama.
Por último, la ambivalencia entre el énfasis material que comporta la realización de estas piezas y el recurso a la fragmentación de los soportes aporta un eje de resonancia más a su significación. Rompiendo el espacio virtual unitario de la representación, las piezas de Ruache ponen el acento en su carácter mental, al tiempo que el tratamiento material de los módulos contiene, en el seno mismo de sus procesos internos o en la orientación e las piezas del soporte, su propia dimensión alegórica, espejo del todo en el seno de cada parte.
Babelia
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