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El Real Madrid fracasa en Las Gaunas

El Real Madrid comparte desde hoy el liderato con el Barcelona en un campeonato que anda metido en momentos de crisis. El Logroñés, con un fútbol vibrante, redujo a cenizas las aspiraciones blancas. El Real Madrid sólo remató a puerta en una ocasión a lo largo de todo el partido. El conjunto de Beenhakker se desacreditó en Logroño con un fútbol bajo mínimos. Al margen de sistemas o de técnicos, el conjunto madrileño no funciona y en Las Gaunas malgastó los atisbos de recuperación evidenciados en semanas anteriores.Anda el Madrid envuelto en disquisiciones filosóficas sobre bondades y maldades sistemáticas, sobre el pasado y el presente, y entre tanto se le van los partidos como el humo, agobiado por la falta de ideas y aburrido por su propia monotonía. Las correrías absurdas de Hagi, la apatía de Llorente, congelado en la banda, y el vivir sin vivir en sí de Michel son la viva expresión del descrédito blanco. De no ser por la inteligencia de Rocha, el Madrid hubiera salido de Logroño trasquilado.

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El Logroñés ofertó lo propio en las contiendas entre grandes y pequeños. Disciplina, rigor defensivo, espíritu de sacrificio y todas las armas características de los débiles. Por eso no extrañó que los primeros 15 minutos se resolvieran mediante un criterio gladiador del fútbol. El Logroñés puso a prueba a Buyo y evidenció las limitaciones defensivas de los blancos. Incluso Polster superaba entonces a Rocha en el fútbol aéreo y José María arrasaba la banda izquierda ante el desapego de Michel por seguir sus pasos.

Según el guión establecido el Logroñés agotó entonces sus primeras balas permitiendo al Madrid pensar en su futuro. El control blanco del círculo central no le reportó sin embargo más beneficio que probar la dureza del balón y malgastar inútilmente sus aproximaciones ofensivas. El característico individualismo de Hagi volvía a demostrar que el espíritu de equipo en el Real Madrid es más que discutible sobre el terreno de juego. Pronto ob servó el Logroñés las carencia madridistas y soltó la caballería a campar por los dominios de Buyo. La opción resultó definitiva. Polster caminó por la pradera madridista, paró, mandó

templó un ajustado zapatazo junto al poste ante la atenta mirada de sus oponentes.

Era el justo premio a la ambición. A cambio el Real Madri ofreció un único remate de Luis Enrique salvado por Lopetegui pesar de dominar en alguna medida durante todo el segundo tiempo. La entrada de Butragueño (relegado al banquillo al parecer por dolencias físicas) significó más un gesto de Beenhakker que una opción de futuro.

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