Un caso más

A. C., Clifford Fisher trabajó durante casi 40 años en una planta de la Coca-Cola en Atlanta, la capital de Georgia. Cuando se retiró, en el año 1984, consiguió un puesto como recepcionista en la exposición que la famosa compañía de refrescos tiene en esta ciudad, que albergará los Juegos Olímpicos desde 1996

Lo hacía más para mantenerse ocupado que por el dinero que ganaba. Ahora, cuando se halla al borde de los 70 años, quisiera poder quitarse definitivamente la chaquetilla roja y fumar todos los cigarrillos que le diese la gana, sin tener que salir a la calle para hacerlo. Pero ahora, para su desgracia, las circunstancias no se lo permiten.

Con las 100.000 pesetas que gana en ese puesto ayuda a su hijo, que se dedica a vender coches.en la ciudad de Columbus, a pagar buenos colegios para sus tres nietos.

Su nuera, que ha trabajado toda la vida, perdió su empleo hace apenas dos años. Eso, sumado a la acuciante crisis económica, que se nota mucho en el negocio de los automóviles, hace que la familia esté pasando por un mal momento.

Clifford votó hace cuatro anos por Bush, pero no estaba dispuesto a hacerlo ahora. Hasta el último momento no sabía por quién votar, pero finalmente lo hizo por Bill Clinton, "no porque vea nada en ese joven", sino porque "de alguna forma se tienen que enterar en Washington de que hay que cambiar esto".

El caso de este hombre'es insignificante comparado con los dramas que se presencian en el centro de protección de personas sin hogar en Atlanta.

"Lo peor no es que exista esta pobre gente", dice una de la voluntarias de esa oficina, "sino que cada día recibimos aquí a más gente con estudios, gente preparada que antes solía encontrar trabajo".