Las dos Coreas sellan la paz

El gran líder Kim II Sung, el preclaro guía de una nación en tinieblas desde hace casi medio siglo, departió ayer amigablemente con el primer ministro surcoreano y la delegación que le acompaña en el intercambio de los documentos que contienen los acuerdos de no agresión, reconciliación y prohibición de armas nucleares en la península coreana, dividida desde la II Guerra Mundial.

Los periodistas que recibieron visado de entrada en la fortaleza del dictador cuentan que la claque del caudillo no les recibió con los Insultos de otras veces y todo fueron corrección y buenas maneras durante la cobertura de unas reuniones que han establecido las bases para una mejor relación vecinal. Un corresponsal estadounidense rechazado por los guardianes fronterizos entrevistó a coreanos que visitaron recientemente el Norte y los viajeros aseguran que campesinos hambrientos recorren los bosques en busca de plantas comestibles.Los documentos intercambiados entre los primeros ministros de Corea del Norte y del Sur, Chung Won Shik y Yon Hyon Muk, respectivamente, cuya filosofía recuerda la declaración intercoreana de 1972, insisten en el proceso hacia la reunificación nacional a través del respeto de los respectivos sistemas políticos y, "sin interferencia en los asuntos internos de cada uno". También subrayan el respeto al armisticio militar de 27 de julio de 1953 con el que concluyó la guerra iniciada en 1950 y la continuación de los esfuerzos para lograr un tratado de paz definitivo.

Octogenario

Kim Il Sung cumple 80 años el próximo abril y es fácil que pase a mejor vida sin asistir al renacimiento de la futura nación coreana, de difícil estructuración mientras más de un millón de soldados se mantengan todavía en posiciones de combate en las trincheras que separan el yermo señorío del autócrata y un país con una creciente libertad para todo, menos para ir a Corea del Norte, viaje que algunos han pagado con la cárcel.

Por ahora el Sur lleva clara ventaja sobre el Norte arruinado y de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas el 61% de los surcoreanos consultados dijeron pertenecer a la clase media que ahorra para las vacaciones, la peletería fina y los palos de golf.

"Cuanto antes nos reunamos todos los coreanos mejor. Hay muchas familias que sufren una larga separación o que no han podido siquiera saber si sus hermanos o padres viven", comenta Hyon, mientras estudia las instrucciones de un compact disc en unos grandes almacenes.

Uno de los que no ha visto a sus cinco hermanos y padres desde hace 40 años es Yeom Suk, de 64 años, para quien "Ios comunistas no son fiables. Los acuerdos son únicamente una táctica. Hay algo detrás de todo esto". Hyon, de 21 años trabaja en una óptica y no le preocupan mucho los plazos de la reunificación. Sus intereses son el día a día y un coche nuevo.

El proceso negociador, en el que los dos países se han visto más obligados por la presión internacional que por su propia voluntad, deberá conseguir la difícil armonización del sistema federal propuesto por el Norte y la unión estatal defendida por el Sur.

No es probable, por otra parte, que ni Corea del Norte, ni Corea del Sur, ni Japón, acepten transferir capital al Norte mientras no se solucione definitivamente el tema nuclear. Los acuerdos sobre no agresión y conciliación establecen, aspectos factibles que ayudarán a sobrellevar los traumas de una guerra que provocó en tres años de contienda cientos de miles de muertos.

Familias rotas

Uno de los puntos del acuerdo, concretamente el artículo 18, promete libertad de correspondencia, reunión y visitas entre los diez millones de coreanos con familias rotas.

Al igual que la cuestión relacionada con la inspección nuclear, tampoco hay un calendario a corto plazo para la puesta en práctica de facilidades de comunicación entre las dos porciones de una península que suma 64 millones de personas: 43 millones, en el Sur y 21 millones en el Norte. "A medida que la situación interna se deteriore, Kim II Sung cederá un poco más", dicen fuentes diplomáticas. Gran parte del éxito de la presión internacional depende, sin embargo, de la posición que adopte China y de la evolución de los acontecimientos entre Washington y Pekín.

La mayor parte de los comentaristas políticos coinciden en que el apartamiento del poder de Kim Il Sung y su hijo, que apunta tan buenas maneras como su padre, facilitará la consecución de acuerdos más sustanciosos que los rubricados en Pyongyang.