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El día en que los banqueros dijeron 'no' al gobernador

Seguro que Mariano Rubio no sale todavía de su asombro. El gobernador del Banco de España ha intentado con toda sus fuerzas que alguno de los grandes banqueros del país resolviera el problema y se quedara con el Banco lbercorp antes de que la bola de nieve fuera tan grande que se llevara por delante a justos por pecadores.Rubio llamó primero a las dos grandes entidades que todavía permanecen solteras, Banesto y Santander, con la esperanza de cerrar la crisis en cuestión de horas. En su céntrico domicilio de Madrid, a escasos metros del Teatro de la Zarzuela, el gobernador recibió el domingo a Mario Conde y a Emilio Botín y les ofreció Ibercorp. El presidente del Santander, fiel a su estilo diplomático, respondía que su banco estaría dispuesto a participar en una operación de salvamento dentro un pool de varias entidades, el máximo ejecutivo de Banesto aprovechaba la oportunidad para sacarse muchas espinas que tenía clavadas desde hace años.

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Ojo por ojo

Para muchos observadores es sintomático que Marlo Conde convocara a todo su consejo para discutir un asunto que él podía haber resuelto sobre la marcha. Después, la noticia de la reunión trascendió a la prensa, lo cual evidenciaba aún más las dificultades en la colocación del banco.

En definitiva, Banesto dijo no y se alineó con la propuesta de Botín. Posteriormente, el presidente de Banesto, Mario Conde, hizo unas declaraciones, algo informales en una emisora de radio, en las que prácticamente repitió palabra por palabra una de las históricas frases del gobernador cuando hace años alertó a todos los españoles sobre los problemas que causaban a la credibilidad del sistema financiero las luchas internas en Banesto. En este caso, el presidente de Banesto le decía prácticamente lo mismo, pero ponía de sujeto pasivo al Banco de España.

Las dificultades para colocar Ibercorp continuaron el lunes al conocerse que otros candidatos rechazaban las ofertas de quedarse la entidad. José María Amusáteguí no se atre vía a negarle abiertamente la ayuda a la autoridad monetaria, -aunque su compañero de presidencia, Alfonso Escámez insistió en ello-, y a las pocas horas se unía al sí pero de Botín. Pero todos ellos, y algunos otros que no han querido con firmar que recibieron la llamada del Banco de España, sabían que la solución del pool tiene poco sentido cuando existe el Fondo de Garantía de Depósitos, que no es otra cosa que un pool para actuar en estos casos.

En esa tesitura, Mariano Rubio y Luis Ángel Rojo, su histórico subgobernador, cogieron el coche y encararon los 500 metros que separan el Banco de España con el Ministerio de Economía. Según dice ahora el propio gobernador, Carlos Solchaga no le aceptó una dimisión que, por otra parte, tampoco le correspondía al ministro de Economía y Hacienda decidir -el Estatuto del Banco de España dice claramente que corresponde al presidente del Gobierno el nombramiento, y por lo tanto el cese, del gobernador-. El caso es que Rubio y Rojo volvieron a Alcalá 50 y siguieron buscando un comprador.

Según alguno de los que recibieron la llamada del banco emisor, el gobernador tiró de la lista de todas las entidades que habían pedido, en un momento dado, una ficha bancaria. Bancos, cajas, bancos extranjeros y hasta alguna sociedad financiera a las que se le había negado una operación similar.

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