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Política, prensa y sensualidad

El asunto de Paddy Ashdown de hace cinco años será un suceso significativo sólo si prueba que ha dejado su reputación política intacta; en realidad, si no ha sido significativo. A juzgar por el apoyo recibido ayer, parece bastante posible. Si saliese indemne, los británicos habrían comenzado a juzgar a los personajes públicos con el mismo rasero que aplican a sus propias vidas.En conjunto, y dentro de ciertos límites obvios relacionados con la ley y la seguridad nacional, la moral sexual de los políticos no es un factor que afecte a su capacidad de desempeñar su trabajo, menos aún una potencial descalificación. (...)

La vida en Westminster es una receta para lograr matrimonios rotos. Los parlamentarios de distritos electorales lejanos están separados de sus familias por largos periodos (...). Trabajan muy próximos a sus secretarias, quienes inevitablemente comparten sus preocupaciones. Ashdown sucumbió a estas presiones. Su matrimonio era lo suficientemente fuerte para resistir el golpe. Lamentablemente, la prensa sensacionalista británica ha creado un mercado para las noticias sobre las vidas sexuales de los personajes públicos. Quien robó los documentos sobre el escarceo de Ashdown calculó que se podía sacar dinero de su venta a News of the World. Si se acaba con este mercado con la condena pública de estas transacciones, algo bueno saldrá de estas innecesarias revelaciones.

6 de febrero

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