Aislamiento compartido

Elena corre despendolada por la planta de pediatría del hospital La Paz. Nació hace 20 meses con una inmunodeficiencia congénita que la hacía vulnerable a cualquier infección. En octubre fue sometida a un trasplante de médula ósea y recluida en una burbuja de aislamiento, la primera de esta clase que entra en funcionamiento en España. Su recuperación ha sido rápida: a los tres meses puede andar, ver, tocar y oler sin que un plástico mediatice su existencia. Cerca de ella, en otra burbuja, su hermano Daniel, nacido hace un mes, tendrá que pasar por el mismo proceso."Está más peludita por la ciclosporina, un medicamento para evitar rechazos en trasplantes", explica una enfermera. "Pero dentro de poco se le caerá todo".

Ajena al interés que despier ta, Elena recupera el tiempo perdido y va disparada de un sitio a otro, tocándolo todo mientras empuja un carrito con un muñeco casi tan grande como ella.

Cuando nació, Elena no podía generar defensas por sí sola Su cuerpo fue presa temprana de las infecciones. A los tres meses, los médicos decidieron someterla a un trasplante de médula ósea. Su hermano mayor resultó ser un donante compatible.

Poco después, en octubre, Elena inauguraba la burbuja de la unidad de trasplante infantil de médula ósea de La Paz. "Ya habíamos hecho antes estos trasplantes a niños con inmunodeficiencias", explica Félix Alonso Falcón, pediatra de la unidad de inmunodeficiencias primarias del hospital infantil La Paz. "Lo novedoso es el sistema de aislamiento que hemos empleado. Hace tres años utilizamos otro sistema con un niño, un habitáculo con flujo laminar, que se usa para adultos, pero fue desechado porque su manejo era muy incómodo".

Aislamiento estricto

En los casos de inmunodeficiencia congénita, el trasplante de médula ósea requiere el aislamiento estricto del niño.Al donante se le extrae la médula con anestesia, perforando un hueso, y la sustancia se le trasfunde al receptor por vía intravenosa.

Hasta ahora, los niños sometidos a este tipo de operaciones eran enviados a Francia y Alemania, al no existir burbujas en España. "De uno de los hospitales a los que enviábamos a los niños, el hospital Necker, de Francia, me traje el sistema aquí", explica Félix Alonso.

La burbuja, cuyo coste de instalación no llegó a los 20 millones de pesetas, está en una habitación ultralimpia, donde se esteriliza todo lo que entra. Durante los tres meses que estuvo allí, Elena vivió aislada del mundo. Se alimentaba con sueros, y el personal sanitario la atendía y jugaba con ella a través de unos enormes guantes negros adheridos a la pared del habitáculo.

El doctor Alonso sonríe satisfecho cuando se le menciona a la niña. "Estaba cantado que tenía que salir bien. Todo, ha ido rapidísimo. De los seis meses que previmos que estaría en aislamiento, no ha llegado a tres. Ni a los franceses les sale tan bien", dice riendo. "Esto da muchos ánimos".

Mayores dificultades

En el caso de Elena encontraron un donante adecuado. Para Daniel, en cambio, se presentan más dificultades. El bebé no es compatible con su hermano mayor, y los médicos están estudiando la posibilidad de que un padre de los niños sea el donante."Con una médula no compatible las cosas no van a ir tan bien. Estamos haciendo las pruebas ahora", explica el doctor Alonso. "Cuando la madre nos trajo a Elena ya estaba embarazada de Daniel. En cuanto nació le vigilamos muy estrechamente, y enseguida presentó los mismos síntomas que su hermana".

Según el doctor Alonso, en este tipo de inmunodeficiencias la mortalidad es de un ciento por ciento si no se hace el trasplante de médula.

Elena está ya completamente curada. Ni siquiera va a necesitar ninguna medicación. La semana que viene regresará con su familia, que vive, con escasos recursos, en el pueblo madrileño de Becerril de la Sierra. Daniel tendrá que esperar un poco más.

En Madrid se realizan trasplantes infantiles de médula ósea en el hospital Ramón y Cajal y en el del Niño Jesús. Se trata, en la mayoría de los casos, de procesos de leucemia, en los que una habitación de aislamiento es suficiente para el posoperatorio.