Un fracaso democrático que reconcilia al Magreb
El fracaso del proceso legislativo argelino ha provocado la reconciliación de los cinco países componentes de la Unión del Magreb Árabe (UMA) -Marruecos, Libia,, Túnez, Argelia y Mauritania-, que se habían distanciado del Gobierno de Argel en los últimos meses, tras verter duras críticas contra la vía democrática emprendida por el ex presidente Chadli Benyedid y haber condenado la legalización del movimiento integrista Frente Islámico de Salvación (FIS).Túnez, Libia y Marruecos, por este orden, han remitido en los últimos días mensajes de felicitación y apoyo a la junta cívico-militar argelina y a su presidente, Mohamed Budiaf. El único país del Magreb que hasta ahora no se ha pronunciado sobre el proceso argelino ha sido Mauritania, que en los próximos días deberá enfrentarse a las primeras elecciones presidenciales democráticas de su historia.
El tratamiento argelino del integrismo, al que legalizó en 1989, provocó una seria polémica en la cumbre de jefes de Estado de la Unión del Magreb Árabe, celebrada en Túnez en el primer trimestre de 1990. Algunos jefes de Estado se permitieron criticar de forma abierta a Chadli Benyedid por haber legalizado el integrismo sin tener en cuenta el efecto perjudicial que podría provocar más allá de sus fronteras.
Crítica tunecina
Túnez ha venido siendo el país del Magreb que con más dureza ha criticado la experiencia argelina. La polémica se agravó en los últimos meses, cuando el Gobierno de Zine Ben Alí se había convertido en una plataforma para los militantes de su propia organización integrista ilegal, En Nahda, que habían buscado refugio en el país vecino, abusando del asilo político y que actuaban desde allí con absoluta impunidad contra el Gobierno.Una vez fracasado el proceso democrático y demostrada la intención del Gobierno de Sid Ahmed Gozali de no permitir el acceso de los integristas al poder, Túnez ha sido la primera república del Magreb que ha reaccionado con entusiasmo, explicitado en el mensaje que el propio Zine Ben Alí remitió a Mohamed Budiaf, a quien le prometió "solidaridad total".
Hassan II de Marruecos se ha mostrado mucho más cauto. Hasta hace pocos días no ha enviado su mensaje de solidaridad a la junta militar y a su presidente, Mohamed Budiaf. La cautela de la diplomacia marroquí estaba motivada, entre otras razones, por que no fuera mal interpretada ni creara suspicacias en el pueblo argelino, ya que Mohamed Budiaf regresaba a su país tras un exilio de 28 años en Kenitra. Como consecuencia de este largo exilio, en Marruecos se habían venido vertiendo sobre Budiaf las más escabrosas acusaciones.
Pero, a pesar de estas cautelas, la Posición de Marruecos quedó lo suficientemente clara a partir del 16 de enero, cuando el primer ministro argelino, Azedine Laraki, y el ministro de Interior e Información, Driss Barsi, fueron a despedir a Mohamed Budiaf al aeropuerto de Rabat. En cualquier caso, Marruecos tenía perfectamente aseguradas también sus buenas relaciones con el Frente Islámico de Salvación, ya que el propio Hassan II, en junio de 1990, se había entrevistado con Abassi Madani en Argel y el Gobierno marroquí pretendía implicar al FIS en su política sahariana.
Ofrecimiento libio
El rompecabezas magrebí se completa con la actitud del líder libio, Muammar el Gaddafi, que antes de que llegara Budiaf a Argel había contactado con el jefe del Gobierno, Sid Ahmed Gozali, para ponerse "a disposición de Argelia" para que "pueda seguir con el proceso democrático". El líder libio tuvo especial cuidado en renovar el ofrecimiento días después, cuando la situación política argelina cambió, se formó la junta cívico-militar y Budiaf se hizo cargo de la presidencia.
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