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Un hombre de 18 años denuncia malos tratos de un policía municipal que le detuvo por error

Ana Alfageme

Óscar Fernández volvía a su casa del barrio de Lacoma el martes por la noche. El estudiante, de 18 años, se había encontrado varios coches de policía en la cercana avenida del Cardenal Herrera Oria. Habían robado en una zapatería, le dijeron. El joven comenzó a correr, como cada noche, y cerca de sus casa se encontró con un policía municipal de frente, que, sin mediar palabra, le apuntaba con una pistola. El chico asegura que el agente le dio un par de patadas y le detuvo pese a sus explicaciones. Cuando se aclaró el malentendido, los agentes le despidieron: "La próxima vez, no corras".

Óscar había tomado el último autobús 124 desde la casa de su novia, en la Ventilla, hasta la suya y volvía corriendo por Cardenal, Herrera Oria. Eran algo más de la una de la madrugada del miércoles. Óscar, estudiante de 4º de Formación Profesional, vio varios coches policiales. "Han dado un palo a una zapatería", le contestó una señora.Siguió corriendo y en un callejón se encontró "un tío grandísimo, como de dos metros" de frente. "Me apuntaba con una pistola y no decía nada. Yo pensé que era un delincuente, me tiré al suelo, muerto de miedo y luego ví que era un policía". El muchacho, que lleva un aro dorado en la oreja y el pelo muy corto, asegura que le gritó: "Tome mi documentación. Yo no he tenido nada que ver con esto. Vivo por aquí". El hombre le dijo: "Levanta, vamos" y, ya de pie, le dió una patada, asegura Óscar. Un coche del 092 esperaba al final del callejon. "Con malos modos, me obligaron a vaciar los bolsillos y me dieron otra patada para que entrase en el patrulla". "Yo veía", prosigue el muchacho, "que el policía estaba muy nervioso. Éste me mata", pensaba.

Blanco como una hoja

Luego, le llevaron a la tienda donde habían intentado robar, Lámparas Mirasierra, en Cardenal Herrera Oria, 249, que tenía el cristal blindado roto, igual que una guarnicioneria vecina. José Luis Fernández, propietario de una gestoría en la misma casa, había visto a un hombre golpear el cristal y avisó a la policía: 'Llegaron los nacionales y les indiqué quién había sido el ladrón. Al poco aparecieron los policías municipales y les dije que sus compañeros estaban persiguiendo al hombre. Se marcharon".Óscar llegó, recuerda Fernández, "blanco como una hoja de papel". "Yo les dije, ,suelten a esta criatura, que él no ha sido. Yo no vi que delante de mí le tratasen mal, pero el chico estaba muy asustado". Ayer comentaba: "Si no me llega a reconocer el hombre, paso la noche en comisaría".

La madre del chico, Sagrario Domingo, que no trabaja ya como empleada del hogar por invalidez, llamó al 092, cuando llegó su hijo. "Me dijeron que fuese al juzgado de guardia". La familia decidió no hacerlo, pero la madre estaba furiosa: "Que echen al Corcuera ése, mi hijo siempre ha sido honradísirno".

"Si ese chico se hubiese sentido vejado, habría acudido a denunciar lo que ocurrió" alegaba ayer un portavoz de la Policía Municipal. La misma fuente reconoció que no se saca el arma reglamentaria de entrada en una detención. Otro portavoz aseguró que las intervenciones de noche se "hacen con mayor dureza, porque todos los gatos son pardos". "Yo no puedo ser sospechoso por mis pintas o por correr" se lamentaba el chico.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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