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Kuwait llora a sus muertos y Sadam reitera que ganó la guerra

Kuwait sin más atención que para la contemplación de las cicatrices; de la brutal ocupación iraquí, conmemora mañana el primer aniversario del estallido de la guerra que liberó el emirato en el mayor conflicto desde el de Corea. Al norte de la frontera, en tierra de vencidos, el aniversario curiosamente promete ser una ocasión festiva. Sadam Husein insiste en que la Operación Tormenta del Desierto fue una derrota norteamericana y una rotunda "victoria árabe". Mientras los kuwaitíes lloran a sus muertos y desaparecidos y pintan murales dedicados al sufrimiento, entre las ruinas de Bagdad se abrirá una exposición dedicada a "la firmeza y el desafío".

En la ciudad de Kuwait resulta imposible no tropezarse con recordatorios de la guerra porque el miedo a Irak es una política del Gobierno. Diezmados por las bombas en su. fuga a un país devastado por la campaña aérea más recia de la historia, los iraquíes siguen siendo -en el subconsciente de los súbditos de la monarquía Al Sabaj- un monstruo que se prepara a atacar de nuevo.Un año después de que los bombarderos norteamericanos se abatieran sobre Bagdad dando decisivo inicio a la guerra del Golfo, Kuwait se siente inseguro y lo confiesa abiertamente. No resulta, por tanto, sorprendente que el príncipe heredero y primer ministro kuwaití, el jeque Saad al Abdulá al Sabaj, eligiera la víspera del aniversario para denunciar que Sadam Husein se apresta a dar un nuevo zarpazo contra el emirato.

Las declaraciones del primer ministro podrían haber colocado en un dilema a los editores de los diarios kuwaitíes. Horas antes, la cadena de televisión norteamericana CBS les había provisto de una noticia de primera plana: Estados Unidos, dijo la CBS, tiene evidencias de que el programa nuclear de Irak era mucho más avanzado de lo que se había calculado inicialmente. En la prensa kuwaití se sugiere incluso que Sadam puede estar ocultando su primera bomba atómica. El príncipe heredero está convencido de que Sadam está reconstruyendo sus fuerzas armadas para repetir la invasión de Kuwait del 2 de agosto de 1990.

Temor a una nueva agresión

"Nos guste o no, tenemos a un enemigo traicionero en nuestra frontera", declaró el príncipe en una entrevista ampliamente publicada en todos los diarios del Golfo. "No hemos ganado la guerra porque el régimen iraquí trabaja día y noche piara re construir su ejército y está tratando de adquirir material moderno. Esto indica que está tramando una nueva agresión".El temor existe y es perceptible en la calle. Un vendedor de repuestos de automóviles confesó ayer: "Es cierto. A veces tenemos miedo de abrir un grifo... tenemos miedo de que nos salga Sadam...".

Un técnico extranjero que lleva más de 10 años trabajando en Kuwait concuerda con las evaluaciones de diplomáticos extranjeros de que el fenómeno Sadam no es sino una de las tácticas oficiales para distraer el descontento popular frente a la lentitud con que el Gobierno encara los proyectos de reconstrucción y normalización de la vida diaria.

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"Cada vez que crece la presión para acelerar, por ejemplo, el pago de compensaciones económicas a los kuwaitíes que se quedaron durante los siete meses de la ocupación, se recurre al fantasma de Sadam Husein", dijo.

La explicación puede resultar un tanto cínica, pero frecuentemente también es aplicada al fervor gubernamental en la campaña por repatriar a más de dos mil prisioneros de guerra o averiguar el paradero de un número no determinado de kuwaitíes que desaparecieron durante la ocupación.

Desde el salón de llegada al aeropuerto de Kuwait hasta la vitrina más modesta del centro comercial de la capital hay letreros y pegatinas con una exhortación: "No olvidar a nuestros prisioneros de guerra".

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