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ETA coloca una bomba con dos kilos de amosal en el centro de Sevilla para entorpecer la Expo

Artificieros del Cuerpo Nacional de Policía desactivaron en la mañana de ayer un paquete bomba compuesto por dos kilos de amosal que había sido colocado en una de las ventanas de una sucursal del Banco de Europa en la calle Tetuán, paralela a la calle Sierpes, en pleno centro de Sevilla. El Banco de Europa está presidido por el máximo responsable del Comité Olímpico Español, Carlos Ferrer Salat. Un comunicante, que aseguró hablar en nombre de ETA, informó telefónicamente a los bomberos y al Ayuntamiento sobre la colocación del artefacto.

La policía aún no había confirmado al cierre de esta edición que efectivamente se tratara de esta organización terrorista. El explosivo desactivado ayer es el tercero colocado en la capital andaluza en los últimos tres días.El comunicante que alertó sobre la colocación del explosivo informó que éste debía haber hecho explosión durante la madrugada del sábado y que, al no haber sido así, llamaba para advertir que la organización terrorista ETA no se responsabilizaba de lo que pudiera suceder, según informó un portavoz de la policía. El artefacto podría haber provocado una auténtica matanza, ya que había sido colocado en una de las calles más concurridas de la ciudad, donde se concentra un buen número de comercios que estos días se encuentran muy frecuentados por las habituales compras navideñas.

El modo de actuar de los terroristas en esta ocasión ha sido muy similar al del artefacto que explosionó en la madrugada del jueves junto al hotel Alfonso XIII, que causó escasos daños materiales, y a los dos paquetes-bomba localizados por la Guardia Civil en Lora del Río, a unos 40 kilómetros de la capital, junto a la vía férrea de la línea Madrid-Sevilla, en la tarde del día 25.

En ninguno de estos casos existió un aviso previo sobre la colocación de los explosivos y todos estaban programados para que hicieran explosión entre cuatro y las cinco de la madrugada. Esta cadena de artefactos ha provocado un miedo generalizado entre la población de Sevilla, que siente como la amenaza terrorista puede convertirse en una constante en vísperas de la celebración de la Exposición Universal de 1992. La policía acordonó una zona comprendida entre las calles Sierpes, Tetuán, O'Donell y La Campana, en la que fueron desalojados como medida de precaución algunos comercios y viviendas, además de la sucursal bancaria en la que ayer trabajaban nueve empleados.

El director regional del Banco de Europa, Pedro Gálvez-Cañero, confirmó que en la entidad no se había registrado ningún aviso de bomba e indicó que el explosivo ya estaba colocado en una de las ventanas en la tarde del viernes: "Un empleado vio la caja cuando retiraba la moto que tenía aparcada junto a la ventana y dudó si retirarla o no, aunque finalmente la dejó donde estaba".

Petición de tranquilidad

El delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido, declaró ayer a Efe que, si bien aún no puede confirmarse la reivindicación formal de ETA, "se confirma el interés de esta banda terrorista porque no tengamos la fiesta en paz". Garrido pidió tranquilidad a la población, que vive una cierta psicosis por el temor a las acciones terroristas en la ciudad, ya que "Ias fuerzas de seguridad del Estado trabajan eficazmente".

Un portavoz de la Delegación del Gobierno descartó ayer que ETA u otra organización posea infraestructura en Sevilla para la realización de acciones terroristas y señaló que se trata de acciones aisladas "que obedecen a un modo alocado de actuación que no coincide con las formas habituales de ETA y que tienen como único objetivo sembrar la sensación de pánico entre la población".

En los últimos días se ha incrementado el número de controles policiales en Sevilla.

Sevillanos con el miedo en el cuerpo

Las acciones terroristas de los últimos tres días en Sevilla, a pesar de haberse saldado únicamente con daños parciales en un muro exterior del hotel de lujo Alfonso XIII, han servido para meter el miedo en el cuerpo de los sevillanos.Ahora, más que nunca, los sevillanos piensan en su ciudad como objetivo preferente de los terroristas. "Por ahora nos estamos librando, pero ¿qué puede venir a partir de ahora?", era la mediodía de ayer la cuestión más repetida en las tertulias de bares y establecimientos comerciales. Las sospechas en este sentido se iniciaron una tarde de abril de 1990, cuando la policía detuvo en las proximidades de Sevilla al etarra francés Henri Parrot en un coche cargado de explosivos para atentar contra la céntrica plaza de La Concordia, en el casco histórico de la ciudad.

Casi un año más tarde, la organización terrorista envió un paquete-bomba que causó la muerte de un funcionario y un interno del centro, en una nueva advertencia de ETA a la capital andaluza.

Sin embargo, nunca como ahora, a tres días de la entrada de 1992, se ha sentido la amenaza tan inmediata. Todos en Sevilla son conscientes de que en estos momentos la ciudad, en vísperas de la Expo 92, es tal vez el mejor escaparate que las organizaciones terroristas pueden encontrar para sus actividades, incluso por la trascendencia internacional.

Desde la Delegación del Gobierno se vuelcan esfuerzos para imprimir convicción a los reiterativos mensajes de tranquilidad, cuyos principales argumentos se basan precisamente en el trabajo de las Fuerzas de Seguridad que han impedido que los intentos de los últimos tres días no hayan tenido consecuencias graves. En unos casos, por la detección de los explosivos -en Lora del Río, el miércoles- y en otros, como en el del artefacto del hotel Alfonso XIII, porque el cerco policial no permite margen para acciones de mayor índole, según se asegura.

Seguridad a participantes

El secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, intentó tranquilizar a los delegados de los más de cien países participantes en la Expo en la última reunión celebrada en Sevilla a finales del mes de noviembre. Los participantes habían mostrado en reuniones bilaterales con los organizadores del certamen su preocupación por las posibles acciones terroristas. Sólo en el recinto expositivo habrá unos 700 policías uniformados, además de Guardia Civil, que será la encargada de vigilar las márgenes del río.

El delegado del Gobierno, Alfonso Garrido, insiste en que el plan especial de seguridad implantado en la ciudad ofrece suficientes garantías de eficacia y que aumentarlas supondría "caer en la tentación de tomar policialmente la ciudad y romper el equilibrio entre libertad y seguridad".

Para garantizar la seguridad en la ciudad durante la celebración de la Expo, Interior ha "destinado a más de 5.000 agentes de la Policía y Guardia Civil que operarán en tres zonas: el propio recinto de la Expo, la ciudad y el área metropolitana.

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