Un consejo
En La Rioja ya están repartiendo el nuevo DNI y mi amigo Alex lo muestra como si se tratara de una tarjeta de crédito de la vida. Ahí está su foto informatizada y una fe cha que dice que el papel caduca en el 2001, que es dentro de diez años. Habíamos pensado que en el 2001 la nave Nostromo capitaneada por Kubrick protagonizaría la famosa Odisea del espacio en compañía de los monos del monolito, pero el 2001 ya está en el carnet de identidad y en nuestros precoces planes de pensiones yen la hipoteca de tantos supuestos propietarios horizontales. El dígito del segundo milenio ya forma parte de la vida cotidiana del capital y sigue siendo ciencia ficción para los capitalizados. Pero estos nuevos deneís son esos papeles que nunca leemos pero que nos dan por primera vez una inquietante memoria del futuro.
Porque ahora entendemos que hay una memoria hacia atrás y otra hacia adelante, pero que ni la una ni la otra van mucho más allá de los diez años. Imaginamos lo que seremos en una curiosa halterofilia de la voluntad, pero nos resistimos a ir muy lejos por miedo a que el peso de los siglos nos caiga en la cabeza. Pero la memoria de atrás la tenemos extraordinariamente descuidada. Hace quince años estábamos la brando un país a mano y se nos ha llenado de zarzales bajo los que se oculta la tragedia y la impunidad de la dictadura. Por eso siempre hay advenedizos dispuestos a ver la corrupción ajena pero incapaces de reconocer la gran tragedia del siglo. Vivimos en el fiel de una balanza histórica y sólo la memoria escrita puede expatriamos del país de los desmemoriados. Un consejo: háganse un favor y lean El precio de la transición de Gregorio Morán. Sin duda un libro que marca década. El único carnet de identidad que merece la pena leer y que envidio no haber escrito.
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