Juerga
"El mundo se ha convertido en una juerga". La reflexión de la periodista Sylvina Walger se produce a la hora del desayuno, en Buenos Aires, a media lectura de los periódicos. Acabo de leerle en voz alta que el líder del grupo rockero The Skorpions entró en el Kremlin para entregarle un donativo a Gorbachov. Gorbachov lo aceptó: "Para hospitales infantiles", dijo.Un poco más adelante, la farra continúa. Alguien ha descubierto en Jerusalén la tumba de Caifás, y el acontecimiento -taquicárdico, como pueden ver- ha puesto los pelos de punta al profesor bíblico Murphy O'Connor, quien ha declarado que "el asunto puede enardecer a los neonazis". No sé por qué. Caifás vendió a Jesús, fue un traidor, y ahora mismo los traidores se pagan bien.
Más o menos en la misma página aparece la información de que han nombrado jefa del contraespionaje británico a una mujer llamada Stella Rimington. Aparte de que, fonéticamente, suena a la bobona serie televisiva Remington Steel, también suena a acero en inglés. Otra dama de metal, cielos. Me pregunto qué pensará Le Carré.
Y el Papa, que está en plena ofensiva para rediseñar el rostro cristiano de Europpa. Este hombre sabio viendo que, a partir del 92, caen las barreras y habrá un despelote de popes invadiéndonos y pujando por nuestros encantos espirituales, se dispone a contraatacar. Nos van a dar hostias literales en el cielo del paladar, y sólo podremos elegir suministrador con gorro alto y espesa barba o birrete. O sea, modelos Cirilo o Suquía.
"Una juerga, menos para el Cuarto Mundo, porque el, Tercero ya desapareció", concluye mi amiga Sylvina, en Buenos Aires, en donde jubilados y pensionistas han despertado hoy con la noticia de que no cobrarán su aguinaldo hasta enero.
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