Disciplina del deber

Decía Marañón, un español donde los haya, que la dictadura no se evita declamando contra ella, sino haciéndola innecesaria con nuestra rigurosa disciplina del deber.Qué espectáculo el ofrecido por sus señorías en nuestras Cortes. No dudo que ellos mismos estén también avergonzados por no haber estado a la altura de lo que sus actas de diputados les exigen. Pero al pueblo soberano no es que le avergüence, sino que le produce distanciamiento de lo que deberían ser sus representantes, y ese distanciamiento, además de ironía, le provoca lo peor, que es no creer en su bien ganada democracia.

Ellos son los que, con su asistencia y trabajo, deben mejorar, debatiendo las leyes propuestas por el Gobierno. Si nuestro sistema electoral fuera de listas abiertas, pocas señorías actuales conseguirían de nuevo su escaño, porque para no ir ya disfrutamos de Herri Batasuna.

El 20 de noviembre -vaya fecha opottuna, por cierto- todos perdimos algo de nuestra democracia representativa, y nos lo hicieron perder los que más comprometidos deben estar con ella.

Qué fácil, y qué actual, es citar hoy al Ortega y Gasset escandalizado del abuso de la II República: "No es esto, no es esto... "-