La Iglesia anglicana acepta a sacerdotes homosexuales pero les exige castidad
La Iglesia anglicana, que permanecía dividida entre los obispos partidarios de permitir las parejas homosexuales entre sacerdotes y los obispos que se oponían a ello, ha optado por una solución salomónica: se acepta a los sacerdotes homosexuales porque "son tan valiosos y estimados por Dios como los heterosexuales", pero se les ordena que se abstengan de practicar el sexo "porque no creemos que representen la perfecta intención divina para la sexualidad humana".
El obispo de Salisbury, John Baker, autor de la ponencia Temas sobre la sexualidad humana, explicó que los sacerdotes homosexuales que se negaran, explícitamente, a practicar la castidad "no serían promocionados", pero que no se preveía ningún otro tipo de sanción para los infractores de la nueva norma sobre sexualidad. "Siempre ha sido norma en la Iglesia de Inglaterra confiar en sus miembros y no practicar interrogatorios para asegurarse de su buen comportamiento", dijo. La Iglesia anglicana condena "el sexo promiscuo, casual o comercial", tanto entre heterosexuales como entre homosexuales, y añade que el ideal de perfección sigue siendo la castidad. La bisexualidad "siempre es errónea, porque supone cuando menos deslealtad". La ponencia comenta que, históricamente, "la actitud de la Iglesia hacia los homosexuales ha sido una actitud llena de prejuicios, ignorante y represiva". El sacerdote anglicano Richard Kirker, secretario del Movimiento Cristiano de Gays y Lesbianas, criticó la recomendación de la castidad entre parejas homosexuales "porque es ininteligible, contradictorio e inaplicable".
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