_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esto es Bélgica

LOS RESULTADOS de las elecciones belgas del domingo merecen una reflexión no limitada al futuro político de dicho país. Bruselas es la capital de la Comunidad Europea. Bélgica está en la encrucijada de las culturas germánica y francesa. Por otro lado, la principal novedad que se ha manifestado en dichas elecciones ha sido el avance en Flandes del VIaams Blok, partido racista, ultraderechista, que realiza sus campañas contra los inmigrados con los métodos de violencia propios del fascismo. Este partido ha multiplicado sus votos por más de seis, y ha pasado de 2 a 12 diputados. En Amberes, la gran ciudad industrial y portuaria, ha obtenido el 25% de los sufragios. Mientras tanto; en Walonia, un partido del mismo corte, calcado del Frente Nacional de Le Pen, ha logrado entra en el Parlamento con un diputado. A la vez, el partido del millonario y estafador Jean-Pierre Rossem, actualmente en la cárcel y cuyo único discurso consiste en denigrar sistemáticamente a los políticos y al Parlamento, ha obtenido tres diputados.Si esta inclinación de una parte creciente del electorado a separarse de los partidos tradicionales, socialistas, centristas, liberales, y a dar su apoyo a partidos racistas y neofascistas fuese un fenómeno exclusivamente belga, su importancia sería relativa. Pero ocurre lo contrario, y sería ceguera no ver en ello un inquietante fenómeno europeo. En Austria, el partido de Joerg Haider -un ultraderechista que no esconde su admiración por Hitler- ha triplicado sus votos en las elecciones regionales de Viena. En Francia, los sondeos y las elecciones parciales indican un ascenso constante de Le Pen. En Alemania, el éxito de los extremistas de derecha en las elecciones regionales de Bremen fue una indicación preocupante, corroborada por el auge de las manifestaciones neonazis de este otoño. Si los grupos de inspiración racista y fascista eran hasta hace poco extraparlamentarios, ahora están presentes en las cámaras de varios países.

El caso de Bélgica demuestra que no estamos ante la simple expresión de un nacionalismo más o menos exacerbado. La reforma constitucional, que debe completar la federalización de Bélgica, otorgando competencias amplísimas a los Gobiernos regionales, ha sido preparada por los partidos de la coalición gubernamental. Y el Parlamento recién elegido debe, por una mayoría de dos tercios, dar vigencia a esos nuevos preceptos constitucionales. Pero ese tema es menor para el VIaams Blok: lo suyo es el racismo, el recurso a métodos violentos contra los extranjeros, el desprecio a los políticos profesionales y el fomento de la desconfianza hacia el Parlamento. El hecho preocupante no es que existan grupos extremistas que defiendan esas ideas o agiten banderas neonazis, sino que una masa electoral relativamente importante, sobre todo entre las capas medias, se deje influir por sus soflamas.

Por otra parte, el avance de los Verdes en Walonia, donde han triplicado sus votos, es un dato importante que también tiene cierta correspondencia con lo que ocurre en otros países europeos. Ello indica no sólo que aumenta la preocupación en la sociedad por los problemas de la ecología -hecho positivo y necesario en la actual fase histórica-, sino también que una parte del electorado de izquierdas tiende a confiar más en ciertos movimientos sociales y menos en los partidos tradicionales.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Cabe esperar que, ante el aviso recibido en esta consulta, los partidos responsables de formar el nuevo Gobierno belga saquen la conclusión de que deben evitar las maniobras de baja política que tanto facilitan la demagogia protofascista. Y que, ante problemas serios, como la inmigración, no se limiten a la denuncia -indispensable- de las campañas racistas, carentes - de solución y basadas en las pasiones más bajas del ser humano, sino que emprendan políticas de integración democráticas, susceptibles de convencer a los ciudadanos y de recuperar una parte al menos de los electores ganados por el extremismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_