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¡Gitanos Fuera!

Nunca se hace el mal tan cabalmente y con tanto gozo como cuando se hace por conciencia (Pascal)En Alemania, los cabezas rapadas atacan- sistemáticamente a los trabajadores extranjeros. (turcos), a los que son diferentes y a los que suponen que piensan de otra manera. En Francia, los motines interétnicos en los suburbios han alcanzado tal intensidad que incluso un ex presidente de esa república ha hablado de la "ley de la sangre" como fuente de la nacionalidad auténtica. En el Reino Unido, los motines interraciales están a la orden del día. Lo acontecido últimamente en varias comunidades españolas muestra que en este terreno estamos al nivel europeo.

Este husmo racista de las manifestaciones sociales es lo que despierta y fortalece a los. grupos y partidos de extrema derecha del continente.

Es que el racismo, tal como aparece en su génesis, que es lo que ahora estamos viviendo, no es el producto de una intoxicación ideológica, sino la expresión hipertrofiada de una componente de la personalidad humana: el temor al extraño, a lo raro, a lo no conocido. Es decir, que la ideología racista es la expresión extrema, racionalizada y colectivizada de ese rechazo del extranjero. Por eso, la lucha contra él racismo es más u`n problema. de'educación en escuela y de los padres que de ley represiva contra grupos fascistizantes.

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Si nos Fijamos en lo que sucede junto a nosotros, que es lo más evidente, pero no lo:más fácil de interpretar, nos apercibimos de que aparecen tres factores en estesurgir de la violencia ciudadana. Por un lado, los nacionalismos son reactivados en sus formas más extremas por lo que acaece en la URSS y en Yugoslavia. Del nacionalismo exacerbado se resbala, al racismo a poco que se desmande la razón. Por otro lado, aparece la marginación creciente -de sectores de la sociedad, de la que el problema gitano es paradigma. Esta etnia, al declinar por in-operantes los oficios que le permitían vivir errante, leñadores, afiladores, buhoneros, tratantes, se ha asentado y empobrecido, relativamente, frente al res¡o de la sociedad y parece como condenada a la extinción,. sea por integración y disolución en la comunidad mayoritaria, sea encerrándose en guetos marginantes. Y, por últinio, el problema de la droga, que es asun-to de consideración en este país, al generar corrupción y agravar' la marginación ya existente, a la que confiere un carácter delictivo (robos y agresiones para conseguir droga) que hace aparecer a, los adictos como seres peligrosos social e individualmente. Los tres factores Interaccionan exacerbando sus efectos; uno de ellos, y no él menor, es este racismo naciente.

Un caso que muestra bien este proceso de extravío moral es el del cruce droga-minoría étnica.No cabe duda dé que hay camellos gitanos y de que en sus poblados existen puntos de venta de droga, que atraen a los adictos del entorno, creándose así un área con un ambiente inquietante y peligroso. Esto es una realidad. Pero que se ataque a los núcleos gitanos o se impida el establecimiento de otros con viviendas más decentes es cosá que-tiene, quiéranlo o no los ciudadanos que se oponen violentamente a este estado de cosas, un tono racista. Dicen que no tienen nada contra los gitanos, pero que sus viviendas deben situarlas lejos de las suyas, junto a los barrios de los ricos, que, evidentemente, tampoco las quieren, ya que las hacen poner junto a las de los pobres, Este razonamiento encierra dos significados latentes. Primero, que no hay sitio ni Con los pobres ni con los ricos paraeste grupo social; es decir, que hay que ubicarlos lejos, en un sitio donde estén controlados y no puedan hacer daño. ExigenéPas que señalan al campo de concentración, o de reeducación, como se dice hoy, como solución. Y segundo, que se acepta paladinamente que el grupo como tal es responsable de lo que hacen algunos de sus iniembros. Es así como surge y se incrusta en lo imaginario popular la noción de "responsabilidad colectiva% reaparece como concepto socialmente operatorio, no de mera reflexión intelectual.

Seguramente, la inmensa mayoría de los ' manifestantes no miden el alcance de sus actos y es esta inconsciencia la que confiere a esas acciones su carácter, de gravedad y apunta el aspecto solapado de la descomposición social que sufrimos.

El comportamiento de esos manifestantes, cabezas rapadas o antigitanos, indica luna percepción delirante de la minoría atacada, visión que conlleva la despersonalización de los individuos n-úembros de la misma: gitano, drogado, extranjero pobre, igual a delincuente. Así se van bajando las barreras morales que impiden -la formación de jaurías para la caza de culpables. Un índice de que no andamos lejos de esa mentalidad nos lo ofrece la formación de patrullas ciudadanas que imponen su orden y que en algunos casos han Degado al borde del linchamiento.Esta colectivización de la violencia (monopolio del Estado) por parte de grupos partidistas puede conducir, si el fenómeno se generaliza, no al caos, sino a un nuevo orden social regido fundamentalmente por emociones y muy poco por la razón, y donde el asesinato colectivo sería considerado como un "servicio social".

Otro indicio de esta evolución de la mentalidad nos lo ofrece la televisión cuando mostraba a niños, acompañados de sus padres, gritando consignas con tufo racista (y propias de adultos) contra niños gitanos para impedir que éstos asistan a la misma escuela que ellos.

Esta utilización de niños en una operación de "desintegración escolar"" es ejemplo de la pérdida de importancia de la función educadora en esos padres (y madres), al tiempo que mide lo serio de la inversión de valores en esos ciudadanos.

En medio de los años veinte, Lorca decía: "¡Oh, ciudad de los gitanos! / En las esquinas banderas / apaga tus verdes luces / quéviene la Benemérita".

En el año 1991, los gitanos piden a la Benemérita que venga a defender sus ciudades y a acompañar a sus hijos a la escuela.

Los tiempos cambian, las mentalidades también.

Antonio López Campillo es doctor en Ciencias Físicas.

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