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El temor al futuro marca la última conmemoración de la revolución comunista

El día 7 de noviembre, antaño Día de la Revolución, fue festivo, pero no una fiesta para los soviéticos. La inquietud por el futuro, que se viene expresando los últimos días en colas especialmente nutridas ante las tiendas de alimentación, se vio ayer cuantificada en una encuesta que publicó la prensa: dos de cada tres rusos (67%) creen que la crisis económica empeorará. Para afrontar la situación, el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, ha asumido ya formalmente la jefatura del Gobierno, ha firmado el decreto de reorganización del Gabinete y ha designado a tres de sus mas directos colaboradores como viceprimeros ministros.

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El nuevo Gobierno, con una veintena de ministerios, tendrá competencias políticas que se aproximan a las de un Gabinete occidental, en lugar de las mera mente administrativas de los de antaño.Junto a los viceprimeros ministros y ministro, formarán parte del Gobierno los presidentes de las repúblicas integradas en la Federación Rusa.

El decreto, redactado muy en función de la reforma económica que va a ponerse en marcha, especifica que el presupuesto y los. proyectos de desarrollo económico tanto de la federación como de sus regiones serán competencia exclusiva del Gobierno. Evitar que algunas repúblicas actúen por su cuenta es una de las grandes preocupaciones de Yeltsin.

Para el cargo de primer vicejefe del Gobierno ha sido nombrado Guennadi Burbulis, el hombre que dirigió la última campaña electoral de Yeltsin, viejo colaborador del presidente desde que éste dirigía el partido comunista en SverdIovsk (en los Urales) y hasta ahora secretario de Estado de Rusia. Sólo Burbulis, además de Yeltsin, podrá firmar las disposiciones que emanen del Gabinete.

Dos economistas se harán cargo de otras dos vicejefaturas del Gobierno: Yegor Gaidar, principal autor del Plan de Reforma Económica Radical de Rusia, se encargará del área económica, mientras que la social queda a cargo de Alexandr Shojin, un relevante experto en problemas de empleo que fue consejero económico de Edvard Shevardnadze en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

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La encuesta publicada ayer por el periódico independiente Nezavísimaya Gazeta no sólo pone de manifiesto que dos de cada tres rusos cree que la economía va a ir a peor, sino que casi la mitad de los encuestados (47%) opina que se avecinan aún peores problemas políticos. El 59% considera que las relaciones entre las diferentes etnias también empeorarán.

Tras el golpe

La encuesta, realizada por el Centro Nacional de Sondeos, señala que sólo el 30% de rusos cree que el fracaso del golpe ha despejado con claridad el camino hacia las reformas radicales, y únicamente el 30% considera que los líderes rusos han sido capaces de aprovechar a fondo ese fracaso. Una mayoría absoluta (60%) cree que es preciso que, rápidamente, se produzca un cambio decisivo.En medio de esta crisis de confianza, las manifestaciones que se desarrollaron ayer en Moscú fueron poco menos que irrelevantes. Los comunistas lograron reunir varios miles de personas junto a la gran estatua de Lenin de la plaza de Octubre y llegaron a superar la cifra de 10.000 al llegar en manifestación ala plaza Roja, donde este año no hubo desfile de tropas ni los dirigentes se situaron sobre el mausoleo de Lenin. Los congregados pidieron la dimisión de Mijail Gorbachov y Borís Yeltsin, lanzaron gritos de "¡vergüenza, vergüenza!" (que hasta hace poco eran patrimonio de los reformistas en sus concentraciones) y "¡Lenin, Lenin!" y sus oradores atacaron verbalmente a los "demovándalos" que, dicen, conducen al país a la "dictadura de la burguesía".

El acto religioso organizado en recuerdo de las víctimas del comunismo reunió menos gente, entre 2.000 y 3.OW personas, en la plazo dé la Lubianka, donde se encuentra la sede del transformado Comité de Seguridad del Estado (el tan temido KGB de la época comunista).

En San Petersburgo, antes Leningrado, a pesar de los esfuerzos del alcalde, Anatoli Sobchak, por dar a la fiesta el carácter de celebración del cambio de nombre de la ciudad y traerse al heredero de la corona zarista, el gran duque VIadímir, sólo siguieron su convocatoria varías decenas de millares de personas.

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