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Reportaje:

Por arte de magia

Ruta de librerías y locales nocturnos y diurnos en los que se dan cita los ilusionistas

Madrid fue llamada en otro tiempo corte de los milagros, entendida su expresión en su sentido más bellaco e infame. Miles de rufianes pululaban por las calles impartiendo portentos, tales como limpiar la bolsa a los ingenuos, esfumarse por arte de birlibirloque, hipnotizar a víctimas cándidas, embaucar a benditos, leer el pensamiento a panolis, convertir el oro en oropel (y viceversa), buscar primos y demás familia. Toda esta gama de especialidades inconfesables, debidamente purificadas, constituyen el meollo de una sublime profesión actualmente en alza, la de mago o ilusionista.

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Sigue habiendo en el oficio un sector canalla y perdulario, magníficamente representado por trileros y carteristas. Los increíbles trileros operan con exquisitez digna de mejor causa en pleno centro y a plena luz. Montan sus tenderetes de puntapié en dos zonas de la Gran Vía; una, en la misma puerta del Ministerio del Ejército, ante la impasibilidad de la Cibeles y de las cariátides del Banco Central; otra, en las inmediaciones del cine Capitol. Domingos y festivos se instalan en el Rastro, universidad del hampa madrileña. Los carteristas son más discretos y más onmipresentes; su presencia es ya tradicional en concentraciones masivas, acontecimientos deportivos, entierros, pregones, manifestaciones y en el metropolitano a horas punta. Su patio de Monipodio particular está en algunas cantinas y bodegones aledaños a la plaza de Lavapiés.

Organizadores de quimeras

El sector noble de la profesión está formado por los que viven del ilusionismo, no de los ilusos: escapistas, prestidigitadores, mentalistas, malabaristas, hipnotizadores, manipuladores de naipes, adivinadores de pensamientos, criadores de conejos y palomas en las entretelas de su vestimenta, provocadores de sueños, hacedores de prodigios y organizadores de quimeras. Todos ellos -profesionales y aficionados- se agrupan en la Sociedad Española de Ilusionismo (SEI), cuya sede madrileña está en el Hogar Canario (Fuencarral, 77). Pero no es fácil ser socio. Los candidatos son sometidos a un severísimo examen en el que si alguien intenta dar gato por liebre lo lleva claro: el tribunal está formado por magos que se las saben todas. La SEI de Madrid cuenta con poco más de 150 socios.El aspirante a ilusionista profesional tiene que empezar haciendo la calle. Sus primeros pasos los da el domingo por la mañana en el parque del Retiro, donde se han forjado algunos de los que hoy triunfan en el mundo del espectáculo. Por allí suele dejar boquiabiertos a los paseantes un personaje entrañable y disparatado, Malo Malísimo, nombre artístico del malabarista americano Donald Lehn. Una vez pateado el asfalto y demostrada suficiente solvencia profesional, el aprendiz dispone en Madrid de un número cada vez mayor de cafés cantantes que programan periódicamente espectáculos de ilusionismo: Honky Tonk, Berlín Cabaret, Café del Foro, Página 34, Galileo Galilei, Johny Jazz, Candilejas, Cafetín Croché (El Escorial). En estos bares actúan muchos de los mejores profesionales de la magia en estos momentos, como Juan Tamariz, Anthony Blake, Pepe Carroll.

Hay pocas mujeres en el oficio de la magia, éstas, más bien, ejercen la cartomancia, el espiritismo, la astrología y demás adivinaciones relacionadas directamente con el ocultismo. Hasta hace poco, Malo Malísimo iba acompañado por Milagritos, que ya no ejerce. De vez en cuando aparecen por el Retiro Ana Ruscadella o Anabel Estivalia. Con el mago Ramón Moy forma pareja Anibel, que además de ilusionista es un poco bruja, adivina el porvenir y guarda la fórmula de filtros y brebajes para diversas circunstancias.

Pregunte por Encarnita

Pero si alguien desea ponerse al tanto de publicaciones relacionadas con magia, que pregunte por Encarnita, que regenta la librería Magia Estudio (San Mateo, 17) y sabe casi todo lo que hay que saber sobre el tema. Su esposo, José Luis Ballesteros, es un mago que imparte cursos en la misma librería.De ilusión también se vive. Que se lo pregunten a Juan Tamariz, el más popular de la profesión y quizá también el más estrafalario. Tamariz es un artista sorprendente y un extraordinario animador: Posee también una tienda en un piso de la plaza del Ángel, donde, además de vender libros y artilugios asombrosos, da cursos de cinco semanas al precio de 21.000 pesetas. En ese local está la sede de la Editorial Frakson, propiedad de Tamariz. Los libros de Frakson están editados primorosamente y todos ellos son una joya para todos los interesados.

Y a propósito de libros, en Madrid disponemos de la mejor biblioteca de magia de Europa, con cerca de 2.000 volúmenes. Es propiedad de un gran aficionado, José Puchol, que, para asegurarse la conservación y crecimiento de la misma, la ha donado a la Fundación Juan March, donde puede ser consultada por quien lo desee.

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