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LA CONFERENCIA DE MADRID

Conversaciones a tres bandas

Ángeles Espinosa

Israel considera injusto tener que enfrentarse a todos sus vecinos árabes en una sola mesa. "Se sentirá acorralado", justifica, comprensivo, un diplomático neutral. Al menos en eso los israelíes se han salido con la suya. A partir de hoy se inicia la segunda fase de la Conferencia de Paz, en tres mesas paralelas, y no en cuatro como preveía el plan inicial.Elyakim Rubinstein, secretario del Gabinete de Isaac Shamir, se sentará cara a cara con Haidar Abdel Shafi, el jefe de la delegación palestina, camuflado de delegado jordano-palestino. Yosef Ben Aharon, otro de los hombres de confianza del primer ministro, se encontrará con el sirio Muafak al Allaf, y Salaai Meridor hará frente a su contraparte libanés (aún por decidir).

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¿Medidas de confianza, seguridad, agua, territorios? Todos esos asuntos deberán abordarse paso a paso en los tres frentes. Varias decenas de técnicos trabajarán entre bambalinas. Textos legales, borradores, propuestas y contrapuestas, con el único objetivo de alcanzar la paz.

Por parejas, Rubinstein y Abdel Shafi son los que tienen por delante la tarea más ardua. Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este, se encuentran no sólo ocupados militarmente por Israel, sino penetrados poblacionalmente por la política de asentamientos de Tel Aviv. Una sublevación popular se encuentra en marcha por ese motivo. Su soberanía no es reclamada por el vecino reino de Jordania, como sucediera hasta agosto de 1988, sino por un movimiento de liberación nacional, la OLP, que aspira a crear un nuevo Estado en la región, y al que las autoridades israelíes califican de terrorista.

Límite a las concesiones

Un estatuto de autonomía, la máxima concesión que cabe esperar de antemano de los israelíes, apenas satisfaría a los palestinos para una fase transitoria. Israel podría fácilmente desprenderse de Gaza, una estrecha franja de arena superpoblada y llena de problemas, pero Cisjordania es otro cantar. Margen oriental del valle del Jordán, la tierra que los judíos conocen como Judea y Samaria es fértil y rica en agua, un bien más preciado que el petróleo en esta región. Además, incluye parte de la ciudad santa de Jerusalén, un símbolo al que un 95% de los israelíes no está dispuesto a renunciar.

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Tampoco Allaf y Ben Aharon tienen fácil el camino del diálogo. Siria representa el equivalente árabe a la intransigencia israelí. El presidente Hafez el Asad, por boca de Allaf, va a reclamar la devolución de los altos del Golán, región anexionada en 1981.

En cuanto a Meridor y el negociador libanés, la partida es tan desigual que las propias autoridades israelíes, en su propaganda, descartan a su vecino del norte como potencial amenaza militar. El Gobierno de Elías Haraui, recién salido de la sangría de 15 años de guerra civil, no dispone de la fuerza necesaria para recuperar los 800 kilómetros cuadrados de su suelo que le tiene secuestrados Israel.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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