ANÓNIMO
He dejado la casa cerrada y los membrillos maduros en el jardín colgando. Bajo la lluvia de otoño, unos cargadores con terribles manos se fueron llevando muebles, libros y lámparas, hasta quedar las paredes deshabitadas, y a medida que los enseres familiares desaparecían las voces se iban haciendo más huecas en aquel ámbito donde había vivido tanto tiempo. Permanecían allí muchas risas, muchos llantos ahogados todavía; con las alfombras también se levantaron todas las pisadas de los amigos y al final se apagaron por completo los ladridos de los perros. Mientras en los canalones sonaba el aguacero, emergían del cuarto trastero muchos objetos olvidados, viejos juguetes de los niños, cartas mohosas que no había contestado, la caja de música con una bailarina de seda que rememoraba una edad perdida, la medicina que tomó el último moribundo y sus lentes desaparecidos. Sobre las hojas moradas de los prunos, los cargadores sacaban a la calle con cestos hasta el furgón cada uno de los pequeños cadáveres de la memoria tapados con mantas, y bajo la lluvia abandoné esa casa para siempre, pero después de unos días, que tal vez han sido infinitos años, he vuelto a esa misma casa para recoger la correspondencia y los membrillos maduros. Estaba toda en penumbra y el aire ya había comenzado a oler a cerrado. Me puse a leer las cartas de los bancos sentado en la escalera a la luz de la claraboya y de pronto descubrí que había un sobre muy gastado entre el correo acumulado. Era una carta extraviada durante mucho tiempo que había llegado cuando ya nadie vivía allí. Al abrir el papel supe que se trataba de un anónimo. Alguien había escrito en sanguina con letra nerviosa la amenaza concreta de que me iba a asesinar sin dudarlo en absoluto. El matasellos traía la fecha de abril de 1984. Miré alrededor y vi las habitaciones vacías, las paredes a oscuras; oía la misma lluvia antigua que no cesaba. Todavía dudo si esa sentencia no se ha cumplido y estoy muerto ahora con un membrillo en la mano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
![Manuel Vicent](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F27a99c12-b26e-43e9-b1e5-7e8491d81e69.png?auth=7c48523ab8d4dc1597a572ebf80a1136d1221b4ce17dbe1d10cde90e6d6d4ab6&width=100&height=100&smart=true)