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Racismo y droga

Francisco Peregil

La droga está destruyendo muchas de las costumbres gitanas arraigadas desde hace 500 años. Una de ellas: la jerarquía y el respeto a los mayores. Otra: la ortodoxia sexual. Hasta hace 10 años era muy difícil encontrar una prostituta gitana por temor a las represalias de los suyos. Ahora no resulta tan complicado ver alguna echada a la mala (calle), como no lo es encontrar una gitana yonqui en el poblado de La Celsa, dentro de una cultura donde las mujeres apenas fuman. Los patriarcas guardan en sus manos, junto a la garrota o vara de mando, las esencias de códigos y costumbres centenarios. Pero su poder se difumina por momentos. También por culpa de la droga.

Las drogas rompen el poder de los jefes gitanos

La palabra patriarca no se utiliza entre los gitanos. Ellos dicen tío Basilio, y ya saben qué lugar ocupa (muy alto, por cierto) en la jerarquía. Hay quien cree que el patriarca hoy día es el señor con doce hijos detrás de él dispuestos a respaldar hasta las últimas consecuencias lo que él diga.Otros, como el presidente de Integración Gitana, Enrique Maya, aún van más lejos: "Esa figura [el patriarsa] intenta promoverla la Administración. Al Estado le conviene decirnos 'tenéis vuestras leyes, vuestros clanes y vuestros jefes. asi que encargaos vosotros de erradicar la droga. El patriarca existe, pero es menos respetado. No es como antes, cuando venían cuatro viejos de fuera y nos ponían firmes a los jóvenes".

Tío Aquilino

El tío Aquilino, de La Celsa, representa un caso atípico. No tiene hijos a sus espaldas y, sin embargo, muchas de la familias de La Celsa le respetan. Ha presenciado más de 200 bodas y ha intermediado en varias disputas familiares. "He viajado, he disfrutado, he vendido telas y he engañado al que he podido. No soy, un santo; soy gitano, y, si he podido vender una tela mala por lo que vale una buena, lo he hecho, pero siempre con vergüenza y educación. No es como la gente ésta de la droga. Pero yo no puedo decirles nada a ellos, porque terminaríamos a tiros".

Habla un poco el caló, aunque desde que terminó la dictadura no tiene sentido usar esa lengua. "Me gustan las cosas bien hechas". Y bien hechas significa, por ejemplo, que, en caso de casamiento, los familiares del novio son los que piden la mano a los de la novia.

En cualquier caso, el patriarca es un personaje con el que hay que contar siempre. En el Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginal se muestran especialmente orgullosos del poblado Plata y Castañar. Fue una obra de relojería. Reunieron a las familias chabolistas de los tíos Emilio, Basilio y Rufino. Les explicaron la distribución que tendrían en Plata y Castañar, y ellos se comprometieron a que allí no se traficase con droga. La autoridad del patriarca se impuso en ese caso.

Cuando en el Consorcio quieren reunir a las 118 familias de La Celsa, acuden a sus oficinas 14 patriarcas. Son lo representantes del poblado. José Luis Gómez, gerente del Consorcio, cree que más del 80% de las familias chabolistas de Madrid se agrupan en clanes gitanos.

Todos los viejos no son patriarcas, pero todos los patriarcas sí son de avanzada edad. Difícil es que una gitana se eche a la mala, pero más aún lo es ver a un gitano anciano en una residencia. El Estado se ha ahorrado mucho dinero gracias a esta costumbre de cuidar a sus mayores. "Si tenemos que quedarnos sin vacaciones, lo hacemos, pero los viejos, con nosotros siempre", explica el presidente de Integración Gitana, Enrique Maya.

Maya no cree que el chabolista pueda ser más gitano que el que convive en la sociedad paya. "Me lavo todos los días, trabajo y soy tan gitano como el que más".

¿Y en qué se distingue de sus amigos pavos? "En que mis hijos, salvo raras ocasiones, a las doce de la noche están sentados conmigo, en que respeto y cuido a mis mayores hasta el final y en que mis hijas nunca van a tener seis o siete novios o van a venir por la mañana de las discotecas".

Camelamos Parrugar

F. P. Agustín Romero ofrece una imagen de gitano culto que disfruta de una posición económica y social acomodada. Preside la asociación Camelamos Parrugar. Distingue entre los gitanos que llegaron a la capital desde Extremadura (unos 3.000) y los que nacieron en Madrid. "El de Madrid suele vestir con gabardina y gafas negras. Las de Madrid también van muy elegantes siempre, guapísimas. Sin embargo, la gitana de Extremadura es la mujer más limpia del mundo. En sus chabolas todo se ve limpísimo: los almohadones, los mandiles y las sábanas, todo bordadas a mano". Romero quiere cambiar la imagen del gitano. "Me gustan las camisas de lunares y me gusta cantar, pero también ir limpio y trabajar. No hace falta tener los pantalones rotos y los mocos en la nariz para ser gitano". De ahí, el nombre caló de Camelarnos Parrugar (Querernos Cambiar). Le gustaría mantener otros valores como el hecho de que las novias vayan coronadas (vírgenes) al casamiento y que a los muertos se les guarde el luto que merecen.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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