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LA LIDIA / FERIA DE ÁVILA

Un saldo carísimo

El empresario abulense Jumillano actuó con habilidad y astucia que caracteriza a gran parte de sus colegas taurinos, pues montó para esta tercera feria de Ávila un cartel con un saldo ganadero, dos diestros (Palomar y Campano) de escasa cotización y a precios carísimos. La respuesta popular fue la que se merecía el cartel y en el cómodo y moderno coso se juntaron unos centenares de aficionados. Fue un escarmiento para el empresario. Las dificultades que daban semejantes gayumbos, a excepción del quinto, lograron hasta desengañar a los coletudos. Así, un José Luis Palomar con escaso sitio se limitó a aguantar las resultías y coladas por ambos pitoncetes del que abrió el aburrido festejo, al que ni banderilleó. Sí lo hizo, desigual, con el cuarto, con el que alboreó la única cadenciosa verónica del festejo. Después el mostrenco se acamó y Palomar lo mató de una magnífica estocada.

Molina / Palomar, Campano, Fundi

Toros de Javier Molina, desiguales de presencia; mansos, excepto 5º, noblotes y flojos. José Luis Palomar: estocada desprendida (algunos pitos); estocada (silencio).Luis Miguel Campano: dos pinchazos, media que escupe y media (silencio); media baja y estocada desprendida (oreja). El Fundi: estocada delantera (oreja); pinchazo y media contraria (silencio). Plaza de Ávila, 15 de octubre. Corrida de la feria de santa Teresa. Menos de un cuarto de entrada

También Luis Miguel Campano demostró lo poco que actúa y no supo someter la derrotona cabeza del rebrincado segundo. Sin embargo tuvo la suerte de pechar con el único animal relativamente parecido a un toro bravo, el quinto, el de mayor trapío. Prendió su celo en una mezcolanza de series: ora aprovechando su embestida vivaz para lucirse en redondos y naturales, ora con algún barullo destemplado, pases del reclinatorio y desplantes. Mientras, el respetable batía palmas con frenesí, bien es cierto que también para calentarse las manos, ya próximas a la congelación.

El Fundi, con más de 30 contratos esta temporada, anduvo a gorrazos. Al parado tercero le aplicó toreo extractivo de mingurria artística que el bicho se tragó a regañadientes, antes de que El Fundi se vengara de tan escasa colaboración con un espadazo pescuecero. El colorao último, aplomadísimo, era imposible para la lidia por inasequible a los señuelos. Su matador lo despenó rápido y los asistentes marcharon con mayor rapidez en busca del coñá reparador.

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