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Nuestra Señora de La Moraleja

Los BMW, Volvo, Mercedes y Audi se congregan a la puerta de la parroquia de Nuestra Señora de La Moraleja, una iglesia blanca de estilo colonial situada frente a la vivienda de Jaime Milans del Bosch.Unas 300 personas se sientan en los bancos, bien arreglados, pero sin ostentación. Abundan los vaqueros tanto en hombres como en mujeres. Familias enteras (no más de dos o tres niños por pareja). Nada de guitarras y canciones modernas con letras religiosas. Coro de los de antes con órgano y voces armoniosas que cantan canciones puramente religiosas.

El cura habla del divorcio, pero corta rápidamente para pasar al asunto del que, dice, quería hablar a sus feligreses. Y entonces, en términos poco místicos y bastante directos, se lanza a hablar de la caridad y la importancia de una buen a colecta. "Afortunadamente, ya hemos conseguido una parroquia que no tiene necesidades importantes. Pero en otras parroquias cercanas sí hay necesidades y la caridad es tan importante como el amor del que hablábamos antes"... "Por eso hoy una señoras de Cáritas Parroquial van a hacer la colecta, y apelo, queridos hermanos en el Señor, a vuestra generosidad...

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Fe, elegancia y distinción

Antes de acabar la homilía ya se está oyendo el movimiento de monedas. El cura ha conseguido que los feligreses se rasquen los bolsillos. Pocas veces el cestillo de la colecta de una misa ha ido tan cargado de billetes. Llueven los de 1.000, los de 5.000 y, hasta los de 10. 000 pesetas (bien es verdad que poquísimos de estos últimos).

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