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Cavaco Silva desarbola a la oposición portuguesa al repetir mayoría absoluta

ENVIADO ESPECIALLa renovación de la mayoría absoluta en las elecciones del domingo por el primer ministro de Portugal, Anibal Cavaco Silva, ha sembrado la crisis en las principales fuerzas de la oposición, que se aprestan a una difícil travesía del desierto en los próximos cuatro años. Cavaco Silva se entrevistó ayer en Lisboa con el presidente de la República, Mario Soares, y señaló que no habrá grandes cambios de Gobierno.

La abstención registrada el domingo, del 31,8%, es la más alta en unas elecciones legislativas desde la revolución de los claveles, en 1974: 5 puntos mayor que hace cuatro años. En el Parlamento, integrado por 230 diputados, el Partido Social Demócrata (PSD, en el Gobierno) tendrá 132 escaños; el Partido Socialista (PS), 70; el Partido Comunista Portugués (PCP), 17, y el Centro Democrático Social (CDS), cinco. Ayer faltaban por computar cinco escaños.La revelación, entre los grupos minoritarios, fue la obtención de un diputado por parte del Partido de la Solidaridad Nacional (PSN), dirigido por Manuel Sergio y nacido hace tres meses como "portavoz de los jubilados" y de los "humillados y ofendidos por el poder".

Cavaco Silva, de 52 años, consciente de que la personalización de su mensaje ha despertado críticas y recelos, a derecha e izquierda, sobre sus tentaciones de poder absoluto, puntualizó el domingo por la noche que ofrecía "un diálogo constructivo" a la oposición. También aseguró que respetaría "la división de poderes" constitucional y que se disponía a prestar "una fructífera colaboración" con Soares.

Primacía del cavaquismo

Los resultados de las elecciones asientan la primacía política del cavaquismo como fenómeno interclasista de masas, que agrupa a casi todas las familias de la derecha en Portugal y que ha sabido atraer a técnicos de otras filiaciones políticas a la gestión del Estado. Muestra también que su máximo dirigente ha sido casi plebiscitado, pese a una ley electoral que dificulta las mayorías absolutas. El PSD, que ganó en todos los distritos electorales del país (20) menos en uno (Veja), obtuvo el 50,4% de los votos, dosdécimas más que hace cuatro años. A su derecha, el democristiano CDS volvió a sacar el 4,4%.Los socialistas lograron el 29,3%, lo que supuso un aumento de siete puntos. Sin embargo, este resultado fue considerado casi una derrota por sus actuales dirigentes, ya que sus expectativas eran bastante mayores. Los comunistas continuaron la caída iniciada en las legislativas de 1987 y obtuvieron el 8,8% de los votos, cuatro puntos menos que entonces, y casi nueve menos que en 1985. Asimismo, desaparece del espectro político el Partido Renovador Democrático (PRD),que, como estaba previsto, perdió el 5% que tenía.

El secretario del PS, Jorge Sampaio, deberá afrontar el resultado agridulce alcanzado -el suficiente aumento de votos para ser alternativa al cavaquismo-, en primer lugar dentro de su propia formación política, tradicionalmente enfrentada al fantasma de las luchas internas. Sólo algunos sectores liberales del PS pedían ayer un congreso extraordinario y la dimisión del actual líder y alcalde de Lisboa.

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El fundador del CDS, Diogo Freitas do Amaral, anunció ya su dimisión por no haber logrado impedir la mayoría absolutade Cavaco ni haber duplicado los resultados de los democristianos, como se proponían.

El líder comunista, Álvaro Cunhal, reconoció que la crisis del Este y de la Unión Soviética tuvo más repercusión de la que esperaba en lo que definió como una seria derrota de su partido. No es probable, sin embargo, que haya dimisiones, ya que la anterior polémica sobre la caída del comunismo terminó con la expulsión de los dirigentes críticos. En el plano portugués, el PCP tiene ante sí la dura tarea de frenar la tendencia electoral que lo sitúa progresivamente, y por primera vez, como una fuerza minoritaria.

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