Derechos animales

Soy (¿era?) un fiel seguidor de Savater a través de casi todos sus libros. Parecía (¿parece?) una persona inteligente, abierta, sensible, además de un buen escritor. Disfruté con él, aprendí de él. No comparto su admiración -mejor, su resignación aceptadora- ante el sistema sociopolítico que padecemos o gozamos, según los casos; pero eso nada afecta a mi consideración positiva.Mas hete aquí que desde hace un tiempo no dejo de asombrarme, casi de asustarme, ante las opiniones de don Fernando sobre los animales. ¿Es la misma persona la que divaga, arremete contra los derechos de los no-humanos que la que tantas veces me sorprendió por su agudeza? ¿No habrá dos Fernando Savater? ¿Será un desdoblamiento de personalidad aún más extraño que el que nos relata su y mi admirado R. L. Stevenson en el Doctor JekIll y Mister Hyde? ¿Cómo, si no, puede explicarse tanta cerrazón para algo tan evidente?

Porque, vamos a ver, ¿resulta tan dificil entender que los animales deben tener derechos? Porque los necesitan y porque muchos hombres (no todos, a lo que se ve y desde luego) queremos concedérselos. Los necesitan para no seguir sufriendo (los animales sufren, ¿sabe?), para evitarles torturas sin fin, matanzas escalofriantes, exterminios seguros. Y queremos concedérselos porque somos los únicos que podemos hacerlo, porque nos sabemos los más fuertes y deseamos proteger a los débiles, porque nos repugna que se siga maltratando a los animales como si fueran cosas, como si no sintieran; porque ponemos nuestra razón evolutiva al servicio de los otros animales, que nos necesitan (ya dijmos) y a los que necesitamos para no morir de soledad en una tierra habitada exclusivamente por hombres.

Por eso y por otras muchas cosas, por todo, defendemos los derechos de los animales. ¿Pero qué le pasa, señor Savater?