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Los ministros de Economía y Finanzas de la CE rechazan la unión monetaria a dos velocidades

La unión monetaria de la CE no se hará "ni jurídica ni políticamente" a dos velocidades, según el compromiso alcanzado ayer en Apeldoorn por los ministros de Economía y Finanzas de la CE en Apeldoorn (Holanda). El paso a la moneda única será decidido por los Doce, aunque los países inadaptados gozarán de periodos transitorios y derogaciones hasta que estén en condiciones de asumir la reforma. El ministro español Carlos Solchaga aseguró que la economía española estará preparada para la moneda única en 1997, aunque solicitó retrasar esta decisión "hasta 1999".

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ENVIADO ESPECIAL,El Consejo informal de Ministros de Economía y Finanzas de la CE dio ayer un paso importante para el objetivo de la unión económica y monetaria. El próximo 10 de diciembre, en la cumbre de Maastrich (Holanda), los Doce asumirán la reforma que llevará a los Doce a dotarse de una moneda única.El principal punto de acuerdo estriba en el rechazo unánime de la Europa monetaria a dos velocidades, que dejaría a la CE dividida en dos, con un grupo de cabeza y un pelotón de cola. La presidencia holandesa retira así el punto de discordia de su propuesta. Esta unión monetaria a Doce será sólo real desde el punto de vista jurídico, para evitar una discriminación que "podría hacer capotar la Comunidad", en expresión del ministro francés Pierre Beregovoy. En la práctica, los países que no cumplan las condiciones fijadas quedarán retrasados.

Todos los ministros coincidieron en tres principios esenciales, resumidos en que nadie tendrá derecho a vetar o a imponer el paso de una país al sistema de moneda única y en que la exclusión temporal no será arbitraria, sino fruto de la decisión voluntaria de un Estado (hipótesis que contempla el Reino Unido) o porque los aspirantes no cumplan los baremos objetivos fijados.Para asumir la unión monetaria será necesario "un alto grado de convergencia porque sino la unión monetaria entraría en quiebra", en opinión del ministro alemán de Finanzas Theo Waigel. Sin embargo, esos "criterios claros y objetivos", en palabras de Solchaga, podrán ser aplicados de forma flexible y con una perspectiva política. Si los Doce lo deciden, los topes máximos de variación sobre la tasa de inflación más baja o la diferencia en tipos de interés y déficit público podrán ser revisados a la hora de elegir los candidatos al ingreso en la unión monetaria.

Este horizonte más light es fruto del revulsivo que ha originado la intransigente propuesta holandesa, que contemplaba una Europa monetaria reducida a seis de los 12 países de la CE. La amenaza de una moneda única reservada sólo a los mejores ha desatado un sentimiento general de no quedarse fuera del carro. Hasta el mismo Norman Lamont, ministro británico del Tesoro, dio a entender que en su país puede producirse un cambio de criterio político para acabar aceptando la moneda única. Presentó a su colegas un plan de cinco puntos para el paso a la moneda única, con condiciones más estrictas.

El resto acepta que bastará con siete países para echar la moneda única, lo que demuestra que por motivos económicos habrá de hecho dos velocidades, aunque nadie, ni siquiera el Reino Unido, renuncia ahora a poder engrosar el grupo de cabeza. El presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, habló de la necesidad de reforzar la cohesión económica y social.

Faltan todavía por concretar numerosos problemas de contenido y competencias, pero el calendario que contempla la CE es una segunda fase preparatoria que dará comienzo el 1 de enero de 1994 y una entrada en vigor de la moneda única a decidir al final de 1996. Carlos Solchaga hizo una llamada a la prudencia "para no precipitar la entrada si esto puede crear problemas a algún país". Pidió retrasar la decisión "hasta 1998o 1999", preferiblemente este último año.

" España no pide que se la espere", afirmó el ministro. En su opinión, los resultados de la política económica y la perseverancia en "una acción liberalizadora permitirán a la economía española estar preparada en 1997. Solchaga rechazó el término "ajuste" para definir la adaptación necesaria para la moneda única porque "tiene connotaciones negativas". "Hará falta realizar un esfuerzo, pero los resultados serán más que compensadores", añadio. El Gobierno presentará antes de fin de año a la CE un programa a medio plazo con medidas en materia monetaria, fiscal, reformas estructurales e incluso "política de rentas, si hay consenso para ello".

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