La materia de los sueños
Los clientes tienen muy mala memoria. Es un principio básico que rige por encima de cualquier otro en los despachos de inversión. A nadie le gusta reconocer que ha perdido dinero en la Bolsa; tal vez por eso todos tropiecen muchas veces en la misma piedra. Además, hay pocas piedras en el angosto camino de las acciones, dada la estrechez del mercado nacional. Cuando a la Bolsa le ocurre lo que ahora -vive presa en una especie de incapacidad de reacción-, al bolsista le queda el recurso a una apelación de rango superior, como lanzarse a la búsqueda de alternativas en las divisas, los bonos, el euromercado, los futuros o las opciones. Añadamos sin embargo que contemplar la globalidad financiera para descifrar la tendencia del mercado es una cosa muy distinta a tomar en serio las posibles alternativas.Sobre el maravilloso tablero de la inversión, el cliente razona: los tipos bajan a medio plazo, luego es un buen momento para los futuros y ¡las acciones subirán! Compra títulos, pero si pierde se guarda la fantasía en el zurrón. Y poco más, porque si ahonda en la materia de sus sueños y cae en coberturas pensadas para fondos institucionales o bancarios dejará la piel en el intento.
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