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"Prostituta, sí espía, no dice Keeler

Después de 28 años continúa defendiendo su inocencia en el 'caso Profurno'

Christine Keeler no tiene ningún pudor en reconocer que ejercía la prostitución en el Murray's Cabaret Club de Londres antes de que estallara, en marzo de 1963, el escándalo Profumo, un caso de espionaje que le costó la cabeza al entonces ministro de Defensa británico John Profumo, quien mantenía relaciones amorosas con Christine Keeler.Profumo arrastró tras su caída al primer ministro y al propio partido conservador, qu e perdió las elecciones siguientes.

Han pasado 28 años desde entonces, y Keeler dice lo mismo: "El verdadero espía era Stephen Ward", el médico mimado por la alta sociedad inglesa, que le presentó al ministro de Defensa y la animó para que iniciara una relación con él Christine, de 49 años, conoció al doctor Ward en 1959, en el prestigioso club londinense, cuando sólo tenía 17 años.,

"Ésa fue una relación paternal", comenta Christine, pero Ward, que contaba en ese momento con 46 años, se suicidó pocos años después de ser acusado de proxeneta.

En el asunto, aún no aclarado, había otra persona relacionada con Ward y con Keeler: el coronel soviético Eugene Ivanov, amigo del doctor Ward, que trabajaba para los servicios secretos de la URSS. El espía soviético, que reside ahora en Rusia, se fugó en enero de 1963, antes de que estallara el escándalo y sin avisar a nadie.

Curiosamente, Christine, que participa mañana en San Lorenzo de El Escorial en un encuentro universitario sobre Poder y servicios de inteligencia, se enteró de la noticia en Barcelona. "En el periódico Stars and Stripes pude leer que se me daba por desaparecida", comenta.

A pesar de haber pasado seis meses en prisión, Keeler defiende su inocencia y sostiene que Ward e Ivanov "trabajaban juntos". No duda en reconocer que sabía que, Ward era espía y que con ello él "ganaba mucho dinero", e incluso que llegó a ofrecerle importantes cantidades para que recopilara información de lord Profumo. "Pero yo me negue , explica. En tina ocasión llegó a ser testigo de estos intercambios de información entre los agentes.

Aunque dice no saber de qué se trataba, recuerda una reunión secreta llevada a cabo en la habitación de un hotel de Londres entre Ward, Ivanov y un hombre llamado Godfrey Niccolson.

"En esos momentos había estallado la crisis de Cuba, y Kennedy estaba a punto de pulsar el botón", dice Keeler, que cree que fue encarcelada y juzgada porque "sabía demasiado". "A mí nadie me creía porque yo era una prostituta, pero nunca he sido ni espía ni mentirosa", sostiene.

Veintiocho años después de conocerse el asunto, Keeler dicei que éste ha marcado su vida. "Nunca he podido ser yo misma, y he tenido que escribir un libro para que se sepa la verdad. Yo entonces era muy joven y no era, consciente de lo que ocurría", comenta. Keeler publicó en 1968 el libro A matter of security.

Christine prefiere mantener ocultas sus relaciones amorosas, y no revelar si convive ahora, con algún otro hombre. Aunque: le es difícil responder sobre qué cosas la conmueven más en la, vida, reconoce que esto tan sólo lo ha conseguido su hijo Segmour, de 19 años, pero "cuando, era niño".

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