Botijo y fax
Los miembros del Gobierno comienzan unas vacaciones marcadas por la discreción
"Descansando, en familia. Aprovechará para leer", responden como un solo hombre los asesores de imagen ministeriales. Pintan panoramas tan sosegados que las vacaciones del Gobierno, recién empezadas, parecen perseguir el supremo aburrimiento. Y eso que ahora no hay consignas, como aquella famosa de "botijo y pañuelo de cuatro nudos en la cabeza", atribuida a Alfonso Guerra cuando algunos socialistas se dejaban ver por Marbella. Este año, el botijo parece mantenerse. A él se suman el fax y el teléfono, atributos tan veraniegos para un ministro como para Eva María el biquini de rayas.Algo más en común: el deseo de que este año no pase nada, por ejemplo que a ningún Irak se le ocurra invadir otro Kuwait y, de paso, dar al traste con el sosiego estival.
"El presidente, como siempre, a Doñana", dicen en la Moncloa. Desde allí puede disfrutar con la pesca, una de sus aficiones favoritas. No todo será echar la caña. Algún día tendrá que abandonarla: le aguarda el clásico despacho con el Rey en Palma.
Aunque éste es un verano sin Golfo, Narcís Serra tendrá abundante trabajo. El ex titular de Defensa y ahora vicepresidente veraneará poco y más bien en Madrid, aunque cumplirá con la tradición de pasar unos unos días en Deiá (Mallorca).
A quien le gustaría evitar cualquier desplazamiento es al responsable de Exteriores. Fernández Ordóñez, en su casa de Santa Pola (Alicante), cultiva ese "jardín interior" en el que cabe el sueño de la retirada.
Retirarse del mundanal ruido -y quizás estar callada- es el objetivo de la ministra portavoz, Rosa Conde. Durante diez días, en la pequeña isla canaria de La Graciosa, no tendrá que dar ninguna explicación.
Como otros muchos mortales, hay ministros que se van a su pueblo. Así, el titular de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, irá a Pobla de Segur (Lérida).
También le tira el pueblo a la ministra de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, devota de los paisajes asturianos de La Romía. Esta comunidad es la que más ministros acoge por kilómetro cuadrado. Los responsables de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero, y Defensa, Julián García Vargas, coinciden en Celorio. Muy cerca estará el titular de Trabajo, Luis Martínez Noval.
Los hay que prefieren el sol asegurado. Javier Solana descansa de la Educación en la playa almeriense de Vera. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, ha elegido la provincia de Cádiz; el titular de Sanidad, Julián García Valverde, la costa de Huelva. El responsable de Industria, Claudio Aranzadi, apuesta por la isla de Menorca y el de Administraciones Públicas, Juan Manuel Eguiagaray, por el Cabo de Palos (Murcia). Quienes no sueltan prenda "por motivos de seguridad" son los ministros de Interior y Justicia, José Luis Corcuera y Tomás de la Quadra.
Las vacaciones han llegado en las antípodas para el ministro de Cultura. Mientras sus companeros de Gabinete andan ya en bañador, Jordi Solé Tura visita oficialmente Nueva Zelanda.
En el polo opuesto, el ministro de Agricultura. "Madrid en verano, Baden-Baden", debe de pensar Pedro Solbes, dispuesto a permanecer en su domicilio de Majadahonda con piscina al alcance de la mano.
Nada de saraos que aparezcan en las revistas de papel couché ni de yates Azor. Después de la calma volverá la tempestad: el 30 de agosto, todos a la Moncloa.
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