Jugar sin dados
La contumacia con que el mercado se está empeñando en demostrar que aquí no hay lugar para la sorpresa no deja dudas sobre el sombrío panorama de la Bolsa. Está quedando suficientemente claro que toda la información disponible que puede influir en el precio de una acción está incluida en su precio. La Bolsa demuestra una desconfianza total en el inmediato porvenir económico del país y ha optado por una defensa a ultranza. SI, como dijo Einstein, Dios no jugó a los dados cuando hizo el universo, hay motivos para creer que quien se juega el dinero no confía en el azar como su aliado.Ayer llegó algo de dinero fresco, pero alguien se ha empeñado en las últimas semanas en poner papel sobre la mesa. Lo que ocurre es que la bajada ha abaratado el per hasta colocarlo en un precio de 12 veces beneficios. Han bastado la ruptura de las negociaciones para el pacto de competitividad y dos subidas de la retribución de las letras del Tesoro para arruinar el invento. A la vista de este comportamiento, más vale no creerse nada o creérselo todo. Lo único que no se puede hacer, tal y como están las cosas, es quedarse quieto, porque uno va directo a la ruina. ¡Para que luego digan que faltan inversores estables!